Muchas veces se me ha acercado gente con una dificultad: ¡Padre, no se rezar! Llego a la oración ¡y no se qué decir! Hoy el Señor nos enseña que la oración es entrar en comunión con el Padre y presentarle nuestras necesidades. Jesús hoy nos abre su intimidad. Nos enseña el secreto de su oración. Cuando el reza no dice muchas palabras, como los gentiles, para Jesús la oración es entrar en relación con el Padre.

A los fariseos les escandalizaba que Jesús se presentara como Hijo,  pero más escandaliza aún su pretensión: comunicar a sus discípulos su relación única con el Padre: Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar (Mt 11, 27). Y lo escandaloso no es sólo esto, sino sobre todo que, como decimos en la Santa Misa, “Fieles a la recomendación del Señor y, siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir: Padrenuestro…” ¡Sí, es un atrevimiento llamar a Dios Padre! Pero tenemos esa osadía porque Jesús nos ha hecho hijos de Dios. Es el Espíritu Santo, que Él nos da, quién nos hace hijos en el Hijo.

Así lo explicaba San Pablo a los cristianos que vivían en Roma: Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: “¡Abbá, Padre!” (Rom 8, 15).

Jesús, al enseñarnos a rezar, nos invita a decir lo mismo que dice Él: Padre. Ahí tenemos la oración “mas perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino) y “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano).

Reza ahora, como si fuera la primera vez, el Padrenuestro, pues como dice San Cipriano: Es una oración íntima y ferviente cuando oramos a Dios con lo que es suyo, cuando hacemos subir a sus oídos la oración de Cristo. Que el Padre reconozca las palabras de su Hijo cuando las pronunciamos en la oración… Consideremos que estamos ante la mirada de Dios.

Me gusta imaginar a la Virgen María rezando el padrenuestro: Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo… Ella fue la primera que lo rezó en Nazaret: Hágase en mí según tu palabra… Que ella nos enseñe a entrar en relación con el Padre como seguro enseñó a Jesús.