Parece que lo tenía todo planeado. Jesús les mete en el lago. Y cuando están en medio del agua viene la dificultad: se levanta un fuerte huracán, las olas rompen contra la barca hasta casi llenarla de agua. ¡Menuda tormenta!
Pero parece, como decíamos, que Jesús lo tiene todo planeado. Esta será una de las lecciones de Jesús. Llevan ya tiempo con Él pero ¿Han calado du misterio? ¿Han llegado a entrar en su persona?
Les mete en el lago… les mete en la tempestad. Quiere probar su fe… El contraste de la escena es muy grande. Los apóstoles increpan a Jesús y Jesús increpa al viento. ¿No te importa que nos hundamos?
Lo primero que llama la atención es la actitud de Jesús. En medio de la tormenta y de la dificultad descubren al Señor dormido. ¿No nos pasa eso a veces a nosotros? Momentos de cruz y humillación, momentos de enfermedad, momentos de dificultad… Y pensamos ¿Y donde está Dios? ¿Dormido?
Recuerdo las palabras del Papa Benedicto XVI cuando visitó Auschwitz: “¡Cuántas preguntas se nos imponen en este lugar! Siempre surge de nuevo la pregunta: “¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal?”
¿Dónde estaba Dios? ¿Dónde está Dios? Dios estaba junto al que sufría los horrores de aquel campo de concentración. Dios está conmigo cuando sufro.
Y aquella tarde, en plena tempestad ¿Dónde estaba Jesús? Allí con ellos. Dormido, sí, pero con ellos. En medio de nuestras tempestades y sufrimientos ¿Dónde está Jesús? Con nosotros. ¡Nunca nos abandona! ¿Quién podrá separarnos del amor de Dios? Se preguntaba San Pablo… ¡Nada!
Por eso la escena termina con un diálogo sorprendente a primera vista de Jesús con sus discípulos: ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe? Jesús les invita a descubrir todos los signos de los que han sido testigos… ¿Y todavía no creen?
Pidamos a María que nos conceda el don de la fe para reconocer a Dios en todos los dones que Él nos hace y nos ayude a reconocer a Jesús presente en medio de nuestras tormentas y tempestades.
No podemos dudar de la presencia de Dios,de contínuo en nuestra vida y en la vida de la Iglesia; Él está con nosotros.
Pero nosotros tenemos que pasar a la otra orilla, remar mar adentro, sin miedo, con fé.
Jesús nos espera yendo en busca de nuestros hermanos perdidos, rescatando a los náufragos, subiendo en nuestra barca a los que corren peligro…y nosotros somos cobardes y calculamos cuanto peso puede aguantar la embarcación…y si habrá comuda para todos
Padre. Gracias por tu Divina Misericordia. Me haz dado la vida eterna y te quedas conmigo siempre. No soy nada sin Tí; no valgo nada sin Tí; pero nunca permaneces callado y Te entregas completo en cada Sagrada comunión. Salva al mundo de las fuerzas malignas y quédate siempre. Madre, intercede. Amén
Oremus pro Beatisimo Papa nostri Francesco.