Los cristianos sabemos que los patriarcas son nuestros padres en la fe. Abraham, Isaac y Jacob son los primeros receptores de una revelación que cambiará la historia: Dios-personalmente se presenta a los hombres como el único Dios-Creador verdadero. En la historia de las ideas religiosas el pueblo hebreo se anticipa casi 1400 años a la afirmación filosófica griega de que lo razonable es que exista un solo Ser-Creador. Por tanto es una auténtica maravilla, es una revolución.

Jacob lo sabe. Reconoce la originalidad de su Dios como único por encima de todos los «posibles» dioses de la tierra. Su Dios es verdadero y no quiere perder su favor. ¿Qué significa esta lucha entre Jacob y la presencia angelical de Dios? Esto mismo, el esfuerzo del hombre por asir en la vida la presencia de Dios. Es de noche, y sin ver el rostro de ese misterioso personaje, Jacob descubre la presencia de Dios en él y no puede permitir que Dios se le escape. Porque su lucha no es una pelea de golpes, es un agarrar esa presencia y no permitir su huida. La presencia pide ser soltada, y Jacob reclama lo que desea: «dame tu bendición»,  que significa: «no te vayas, porque contigo todo lo puedo». Así lo que canta  el salmo de hoy: «…porque  quien se refugia a tu derecha, tú lo salvas de sus adversarios».

Es precioso ver en el evangelio el movimiento recíproco: es ahora Dios, en Cristo, quien no se quiere separar del hombre. Bien sabe Jesucristo que sin él no podemos hacer nada (cf. Jn 15,5). De hecho, sin el amor de Dios uno anda en la vida hastiado, extenuado por el peso del día, errabundos como ovejas sin pastor. Así lo experimenta el mismo Pedro que llegará a decir a Jesús: » ¿a dónde vamos a ir (sin tí)?…sólo tú tienes palabras de vida eterna? (Jn 6,68). La presencia de Dios en esta tierra esta sujeta a lugares, cosas y personas visibles para que pueda ser encontrada. Así lo quiso Dios desde Abraham, así lo ratificó con Jesucristo. Por eso necesita de manos y rostros que lo hagan visible, como el ángel-hombre misterioso de Jacob. ¿Cómo pueden encontrar los hombres un Dios real si no se lo encuentran en la realidad? Por eso, ¡¡¡es urgente!!! «Rogad al dueño de la mies para que mande obreros a su mies»: que lo presencialicen, que acompañen, que muestren a todos que Dios-está-con- nosotros.