¡Que impresionante y que sencillo es el Shemá! Cada vez descubro más la sabiduría que sólo puede venir de lo alto y que es dada a los pobres y sencillos. Esta es una tarea sobrada y urgente para todos nosotros: ser pobres y sencillos de corazón. Sin este pasaje del Deuteronomio, no podemos entender el pasaje del Evangelio de San Mateo que hoy se proclama.

Este es uno de los aspectos de nuestra fe que más hemos oído, que sabemos, pero que no terminamos de entenderlo en el corazón, aunque parezca que de cabeza sí: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Aunque Jesús se explica (Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará) y lo hace de varias formas, la realidad es que en gran parte de nuestra vida para la mayoría de los cristianos nos parece un jeroglífico que no terminamos de descifrar o nos da miedo hacerlo.

Os digo por experiencia, que es muy importante resolverlo personalmente y llegar a verlo con el corazón, porque si no, perderemos la Vida, también el tiempo que tenemos para disfrutar el vivirla. Vuelvo al principio de este comentario: ¡qué impresionante y que sencillo es el Shemá! Escucha la Palabra de Dios: «Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre» ¿Ahora lo vas entendiendo? ¿Lo vas sintiendo? Este es el camino.