La parábola del Evangelio de hoy, como todas las parábolas propuestas por Jesús, tiene algunos aspectos que llaman más nuestra atención. Yo querría fijarme en dos. Después veremos cómo nos ayudan a “leer” y descubrir enseñanzas del Señor para el hoy de cada uno. Por ir con un cierto orden de aparición, primero el talante con tintes de reproche a quienes al caer la tarde encontró parados: “¿cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?” Si “nadie nos ha contratado”, cuál es la causa del incomodo de propietario de la viña. La razón es sencilla: todos están llamados a trabajar en su viña y a participar de sus frutos y, en el fondo, aquellos trabajadores lo sabían. No cabe desentenderse. El propietario es una imagen del reino de los cielos y el trabajo en la viña es la aceptación a participar de los bienes de ese reino. El propietario no quiere que nadie quede fuera, por eso exhorta a todos y no deja de hacerlo hasta el último minuto, “al atardecer de la vida” ¡Siempre es tiempo oportuno, tiempo de salvación!
En segundo lugar, las quejas de quienes están trabajando desde el comienzo de la jornada, “al amanecer”, parecen tener un cierto fundamento: ellos han “aguantado el peso del día y el bochorno”, mientras lo primeros en cobrar trabajaron “una hora” y el frescor del atardecer ¡Y además cobran los últimos! En sentido estricto no se hace ninguna injusticia, al fin y al cabo les pagan lo pactado, pero sí cabría pensar que son objeto de un agravio comparativo ¡por eso se quejan! Les parece un agravio si comparan su dedicación y cansancio con el de quienes han aparecido al final. Pero ¿si el trabajo en la viña fuera trabajar para alguien a quien amamos? ¿No sería entonces una suerte haber ayudado más a quien queremos? Es como unos hijos que quisieran ayudar a su padre anciano y enfermo lo imprescindible, discutirían porque “yo he estado una tarde más que tú acompañándole”. Cuando esto sucede es claro que el protagonista no es el amor al padre. Cuando esto sucede, que todos reciban por igual la herencia, les parece una injusticia. Cuando un hijo ama de verdad, su recompensa es haber podido trabajar “en la viña de su padre”. Y si realmente ama a su padre, también ama a quienes ama su padre y por ello se llena de alegría que aquellos a quienes ama su padre participen también de su “herencia”.
Desde esta perspectiva, la parábola parece clara: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4). No hay nadie que pueda considerarse excluido, por ello los hijos de Dios no dejamos de salir, con Cristo y en su nombre, a invitar a “trabajar en la viña” a todos, estén en el momento de su vida que estén, al comienzo o al final. Y nos alegramos tanto de que nuestro Padre del Cielo pueda recibir a sus hijos, que nos llena de una gran alegría y con gusto les acompañamos a que “cobren” antes que nosotros.
Madre nuestra, pon en nuestros corazones una alegría grande por “soportar el peso del día y el bochorno” y ayúdanos a descubrir el privilegio que esto supone.
Señor: Soy el último obrero de tu viña y me tratas con tanto Amor como a mis hermanos. Que Tu Gloria resplandezca en cada uno según tu Divina Misericordia. Madre mía, gracias por ser tu hijo. Intercede. Amén
PARADOS
Es una realidad dolorosa que conlleva distintos sentimientos y trae consigo múltiples secuelas.
Parados, sin hacer nada, con la sensación de no servir, no ser útil para nadie.
Jesús no quiere que vivamos “con los brazos cruzados”, sin saber qué hacer o qué camino u alternativa tomar, Él nos llama a trabajar en este mundo tantas veces hostil, es aquí, donde a través de nuestra incondicional adhesión, Jesús desea implantar su Reino de Amor.
Sin embargo, la realidad choca muchas veces con la noble aspiración del ser humano, de ser colaborador potencial en la construcción de una sociedad digna y justa, donde sean respetados los derechos de todo hombre y mujer.
La respuesta no se hace esperar, hay un deseo profundo de realización personal en todo ser humano, que conduce al desarrollo de sus propias capacidades,
La Organización Internacional del Trabajo, reconoce los derechos y obligaciones de los trabajadores, la defensa legítima de sus aspiraciones, así como las leyes que han de regular y promover el buen funcionamiento de la actividad laboral,
Todo ser humano necesita además, cubrir sus necesidades básicas, su propio medio de subsistencia. El trabajo se lo proporciona, es el medio para hacer frente a sus propias necesidades materiales.
El Evangelio de hoy nos plantea una situación que tal vez nos cuesta entender, Jesús es quien contrata, pacta condiciones y asegura el pago del salario. Lo hace en tiempos diferentes, lo importante para él es que hombres y mujeres no estén ociosos, sin nada que hacer,
Como en toda relación humana, los acuerdos y bases establecidos no siempre se conforman a nuestras aspiraciones y anhelos, por muy legítimos que nos parezcan. Surge entonces la rivalidad, el “quítate tú para que me ponga yo”, el enfrentamiento y descalificación, cuando no las diferentes violencias.
Es un hecho, el mundo competitivo que nos ha tocado vivir ha establecido la “cultura del descarte” que busca dejar fuera a los más débiles y vulnerables,
“Hemos trabajado mucho, nos hemos formado, adquirido conocimiento”, no es justo que vengan gentes “de fuera”, “sin experiencia”, “perezosos-@s” y nos lleven el trabajo y dinero que necesitamos para vivir,
Difícil de comprender verdad? Jesús pagando a todos por igual, ¿qué hay detrás de este modo de obrar que abarca a todos.
Me pregunto: ¿puede el amor y la bondad hacer diferencias, tener acepción de personas?
Jesús nos dice: ¿vas a tener envidia por ser yo bueno?
Pidamos que en nuestras parroquias, hombres y mujeres puedan recibir su parte de amor y reconocimiento, poniendo en común los propios dones, Dejemos de “echar piedras” al tejado ajeno y hagamos nuestra tarea con amor,
Cuántas veces ocupados y absorbidos por el tiempo, hemos ignorado la misericordia de un gesto bueno.
Sin duda para Dios, unos minutos pueden ser decisivos en la respuesta que demos a su amor.
Me ha encantado la información. Quiero comentar, que, aunque el sueldo no lo
es todo para que un trabajador se sienta
conforme en una empresa, si es un gran impulso y también es un compromiso muy importante para la empresa, saber otorgar
sueldos justos. Mil gracias por los conocimientos.