Hay muchos modos de “perder la cabeza”. Por ejemplo cuando hacemos alguna locura que se sale de los criterios de la normalidad o cuando alguno de nuestros actos resulta inexplicable a los demás por lo anómalo y por su permanencia en el tiempo. Una de las formas de “perder la cabeza” es la de vivir instalado en la mentira, alejado de la verdad, permitiendo que la mentira vaya creciendo día a día como una bola de nieve en una pendiente. Perder la cabeza en este caso sería lo mismo que “perder el norte”, pues en la cabeza reside la capacidad de razonar, de saber a dónde nos dirigimos en esta vida.
Vivir en mentira, comulgando con ruedas de molino o aceptando “comer de dos hornos”, implica no tener criterios o haberlos abandonado e ir a la deriva como “pollos sin cabeza”. Pero ¿cómo es posible vivir así? Pues eso mismo intentaba Herodes en su relación con Herodías, mujer de su hermano Filipo. Y vivía esa mentira intentando ocultársela a sí mismo al mismo tiempo que escuchaba con gusto a Juan el Bautista a quien no se la podía ocultar. Pero Juan no podía vivir así, no podría transigir con esa mentira y esa injusticia. Entiende que en un mundo en el que se aceptan pacíficamente semejantes embustes no hay lugar para él. Está dispuesto incluso a “perder la cabeza” en sentido literal antes que hacer las paces con esa situación. Su razón no puede vivir en un mundo así y por eso denuncia al mismo Herodes su mentira. Esto le costó primero la cárcel y después la vida. Pero ¿qué vida le cabía esperar? ¿Acaso valía la pena conservar la vida a cambio de hipotecar la razón, de vivir desnortado? Como decía el poeta clásico Juvenal: “considera el mayor crimen preferir la vida al honor y, por amor a la vida, perder el sentido de vivir”.
Cristo dio la vida en defensa de la verdad. Él era la verdad y la única forma de rechazarlo o acallarlo era dándole muerte. El Bautista quiso ser, también en esto, el precursor y nos enseña con su ejemplo a amar la verdad por encima de nosotros mismos. Porque fuera de la verdad nada tiene sentido si es así que Cristo es el camino, la verdad y la vida. Que Juan el Bautista nos enseñe a ser testigos de la verdad. Amén.
AMAR A FONDO PERDIDO
Quien ama de verdad, debería saber que está entregando algo más que «un cheque», del cual, el otro-@ puede con libertad disponer. Amar, nunca debe ser un contrato o convenio, tampoco la satisfacción de un placer grato que dura un momento. No es digno ni humano convertir al otro-@ en un simple objeto de usar y tirar.
El amor es un sentimiento profundo e intenso, supera y transciende la propia realidad humana, es un «salir de mí, despojarme del yo, para ir libre al encuentro del otro-@, dándole por entero mi vida, y con ella, lo mejor y más bueno.
El amor no se puede explicar, ni tiene una exacta definición, nos sobrecoje y sorprende, sintiendo que hemos sido «atrapados por la mano invisible de Dios.
El amor nunca ha de vivirse de modo posesivo, acaparador, cuando esto ocurre dejamos de amar.
Michel Quoist dejó escrito: Cristo es el ser humano que mejor amó, no porque experimentara mayor afecto sensible, sino porque fue quien más se dió, y lo hizo entregando su vida, derramando hasta la última gota de sangre, convertida en perdón y misericordia.
Aprendamos a amar así al otro-@ haciéndole próximo, es decir, PRÓJIMO.
Gracias, miren josune y a Comentarista 6.
Dios os bendiga. Son unos comentarios que nos ayudan mucho en el seguimiento a Jesús.
Señor: Nunca estoy solo porque Vives en mí cada vez que te recibo desde el bautismo. ¿cómo hacer para que mis hermanos comprendan esta verdad sublime?. Oro por ellos. Madre, ora por mí. Amén