Las lecturas de este domingo nos hablan de desposorio. El evangelio hace referencia directa a la primera lectura. En libro del Génesis se nos dice que Dios nos creo hombre y mujer, con igual dignidad ante Él. Nos creo para vivir la comunión con Él y la comunión entre nosotros. Nos creo hombre y mujer para complementarnos y ayudarnos en el camino de la vida. En el evangelio, Jesús, se remite al origen de la creación cuando los fariseos le preguntan sobre la legitimidad del divorcio. Jesús les dice que Moisés permitió el acta de repudio por la terquedad de los hombres, pero que al inicio no fue así. Este me parece que es un tema delicado y de mucha actualidad, tema, que sin duda alguna, está presente en el Sínodo de las familias.

Hoy también es el día de San Francisco de Asís y por eso me gustaría relacionar las lecturas de este domingo con la vida del santo. San Francisco vivió un desposorio total con Cristo hasta el punto de identificarse corporalmente con el Amado. Un desposorio con toda la creación: hermano de todos los hombres y de todo lo creado. Un desposorio definitivo que nada ni nadie pudo romper. Un desposorio amoroso sobre todo con la hermana pobreza.

Dijo San Francisco: “Ya no necesito más: conozco a Cristo pobre y crucificado”. Cristo se convirtió en el único amor para San Francisco, por Él lo dejó todo. El encuentro con le leproso fue el encuentro con Cristo que marcó su vida. En aquel enfermo de lepra, marginado y rechazado por la sociedad de su tiempo, reconoció San Francisco el rostro de Cristo crucificado. Lo que antes le producía rechazo, ahora le provocaba el amor más grande, hasta tal punto, que besó esas heridas podridas. Ese beso, en mi opinión, ha sido unos de los besos a Cristo más dulces de la historia. Desde ese momento San Francisco vivió un compromiso con los pobres radical. Ese compromiso y desposorio, como digo, le llevó a ser una sola carne con Cristo, pues recibió en su propio cuerpo las heridas de la crucifixión. ¡Qué preciosidad leer las palabras del Génesis retomadas luego en San Marcos “Y serán los dos una sola carne” desde la vida de San Francisco!

Dice GS 22: “El misterio del hombre solo se esclarece a la luz del Verbo Encarnado”. Es decir, el hombre es hombre, cuando vive como Cristo vivió. Todos estamos llamados a vivir la misma vida que vivió Cristo. Nos realizamos como hombres y mujeres cuando vivimos la misma relación de correspondencia en el amor que tuvo Jesús con su Padre. San Francisco vivió en plenitud su ser hombre, pues supo reproducir en su vida la vida de Cristo.

Dios sueña para nosotros un desposorio definitivo con Él y éste comienza ya aquí en esta tierra. Sueña que podamos vivir una comunión total con Él. A través de Cristo esa unión ya ha sido “alcanzada” para nosotros. Gracias Dios mío hoy por la vida de San Francisco, gracias por ayudarnos a ver que tu Palabra se cumple en la vida de los hombres, que el desposorio con tu Hijo Jesús es posible vivirlo ya, aquí y ahora.