Si Dios quiere esta tarde concelebraré la Misa en la capillita de Fátima. Allí, ahora tan construido, se imagina uno a Jacinta, Francisco y Lucía ante la aparición de la Santísima Virgen. Pobres pastorcillos, incultos e ignorantes ante el mundo, pero que contemplan la sabiduría de Dios en María y de su mano llegan al cielo.

Las lecturas de hoy nos hablan de la sabiduría de Dios y cómo la recibimos.

«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.» El joven rico se acerca a la sabiduría y sale corriendo. En ocasiones los que son ricos no saben valorar lo que tienen, por eso cada día quieren más. No les importa el qué sino la cantidad y salir en la revista Forbes. Y entonces pasan de largo ante la sabiduría de Dios. Creo que por eso la Virgen se aparece a los pobres y sencillos, ellos sí saben valorar lo que tienen delante. Así lo dice el autor del libro de la Sabiduría: “Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza. No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro.” Y algunos pobres ricos no se enteran y siguen acumulando cantidades. En ocasiones se quieren esconder detrás de su tarjeta de crédito, pero “No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.”

Por eso hoy habría que decir: “No seamos tontos.” Busquemos la sabiduría, que es Cristo, y agárrate a ella. Lee la Biblia y deja que entre hasta dentro la Palabra de Dios que “es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón” y te darás cuenta que salvarse «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.» Así pondremos nuestra vida en lo que realmente perdura, donde la polilla no corroe.

El Evangelio es por eso una buena noticia para los pobres, es la Buena Noticia. Hoy, tengo que hacer memoria de la titular de mi parroquia, que es santa María Soledad Torres Acosta, santa madrileña, vemos la sabiduría de Dios en esa atención a los enfermos, llevando el consuelo de Dios y la medicina de su palabra a los enfermos más pobres y abandonados en sus casas. Esas religiosas cuidaron las últimas noches de vida de mi padre y siempre las estaré agradecido de sus desvelos y oraciones. La sabiduría de Dios entraba cada noche por la puerta de mi casa.

¿Nos olvidamos de las familias y el Sínodo? No, hoy tampoco. Ojalá en todas las familias se viviera la sabiduría de dejar a los hijos la herencia de los santos. Ahora, en periodo de apuntar a catequesis, hay algunos padres que no les apuntan pues coincide el horario con las clases de francés o de baile de salón. Pues aunque tengan un hijo trilingüe o una hija bailarina, si no les llevan al cielo de poco les valdrán esas clases. Pidamos por ellos y por todos los que, cada noche, rezan con sus hijos mostrándoles el camino de María hacia el cielo.