Jesús llama a su madre “Mujer” porque es la mujer definitiva, la que con su “fiat” al pie de la cruz, con su obediencia, desatará el nudo atado por la desobediencia de Eva. No la llama madre, sino mujer, porque cumplirá ahora su papel de Esposa como figura de la Iglesia, y su regalo será el agua y la sangre que mane del costado abierto de Cristo, el don de los sacramentos. Con ellos María distribuirá la gracia de Dios a todos sus hijos para que tengan vida y la tengan en abundancia, para que engendre vida más allá de lo humanamente posible, una vida eterna en aquellos que reciban esos dones del bautismo y la Eucaristía. Todos los dones nos vienen por María, figura de la Iglesia. Y es que al pie de la cruz nace la Iglesia en la figura de María que, por su fe, vino a ser la madre de los creyentes. Ella se convierte así en la custodia de la fe en los momentos de mayor oscuridad, cuando su hijo yace en el sepulcro y toda esperanza parece vana. Así cumple su misión como figura de la Iglesia, encargada de custodiar el depósito de la fe en los momentos difíciles de nuestro tiempo.

El discípulo la recibe como madre de su maestro, en lo más íntimo de su casa, de su hogar y de su corazón. Juan, que había descansado en el pecho de su maestro, descansa ahora en el regazo de María. El cristiano, el discípulo de Cristo, encuentra su descanso, su guía y la seguridad de su fe en el regazo de su madre la Iglesia que lo acoge como madre.

Cómo cuidaría desde ese momento Juan a María. Con qué reverencia, con qué detalle, con que admiración. Y cuántas horas pasaría escuchando de María los tesoros de su corazón, los frutos de su contemplación silenciosa. Cuántas veces le pediría que le contase los misterios de su vida y los detalles de la vida oculta de Cristo.

Nosotros somos discípulos también de Cristo e hijos de María. También nosotros acogemos en Madrid a nuestra Señora de la Almudena, o quizás sea Ella quien nos acoge a nosotros, en su catedral que es nuestra casa.

Todas las gracias nos vienen por Ella. Acerquémonos a Ella en este día para pedirle que nos ponga en el corazón de su Hijo, que nos lleve también a nosotros al pie de la cruz.