¿Este mundo necesita ser salvado? ¿Mi ciudad necesita ser salvada? ¿Mi familia necesita ser salvada? ¿Necesito ser salvado? En todo caso podemos preguntarnos… ¿de qué? La muerte, la soledad, el aislamiento, el vacío de la vida…. Como ha dicho el Papa Francisco reclaman una respuesta. Esa solución, esa sanación se llama salvación. Pero, ¿quién o qué puede traerla? ¿Quién o qué puede acompañar mi soledad, llenar mi vacío, lanzarme de mi individualismo, sacarme de la tumba. ¿Quién o qué? Ahí estará la raíz de una esperanza auténtica.

Me hace gracia ver como mucha gente piensa que sus salvadores puede ser el entretenimiento de la televisión, las ideas políticas o la posesión de riquezas. Algunos ven a cierta gente importante como sus verdaderos «mesías». También, la gente importante de nuestro mundo suele anunciar con tiempo su llegada. Se hace acompañar de fuertes medidas de seguridad. Utiliza buenos coches o buenos aviones. Va bien vestida. Los periodistas les esperan para hacerles entrevistas y los fotógrafos se pegan por conseguir las mejores imágenes. En muchos casos dicen grandes discursos que alientan nuestros sueños, y parecen ser los hacedores de un mundo nuevo. Deseo de corazón que el Espíritu les ilumine a todos, porque es cierto que un lider social puede hacer mucho bien, aunque también nos puede llevar a la destrucción. Pero… ¿ciertamente pueden «esos mesías» sacarme de mi soledad o darme una nueva vida después de morir? Creo que la respuesta es evidente.

Ahora bien, para alcanzar la salvación hay que prepararse. No es algo pasivo, es algo activo. El Papa lo ha llamado la esperanza activa. Hay que disponerse: una puerta abierta para que pueda entrar el hermano, los dones dispuestos a ponerlos al servicio, un ojo despierto para ver qué les pasa a los demás, dejarse querer y ayudar por los cercanos, lanzar una oración con el alma… Ese vivir es Elías, ¡qué preciosa descripción del Eclesiástico! Para que el Salvador pueda venir, tiene que encontrar algo/alguien que le haga de puente. Nuestra actitud es vivir en la disposición de Elías. Por eso Juan Bautista es el nuevo Elías, es realmente quien logró un pueblo bien dispuesto para ser guíado por Cristo, moldeado  por Cristo, resucitado por Cristo.

«Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos» -dijo el Señor.  El fuego de este amor recíproco que atrae esa presencia de Jesús, es el fuego de Elías que nos prepara para recibir la vida del Cielo. Hoy es un precioso día para asegurarnos la reciprocidad de amor con aquellos que amamos y con aquellos que deberíamos amar más. Y así nos prepararemos bien para un día ser salvados.