En los evangelios encontramos dos genealogías de Jesús, una en Lucas y otra en Mateo, que es el evangelio de este día. Las dos genealogías son distintas, cada una tiene unas características. Lucas empieza en Jesús y baja hasta Adán, este evangelista escribe principalmente para paganos y convertidos por eso quiere enfatizar que Jesús el Cristo es para todos los hombres de todos los tiempos. Mateo va de Abraham a Jesús, se dirige sobre todo a los judíos por eso su intención es unir el antiguo testamento con el nuevo, y ver como en Jesús se cumple todo lo anunciado por los profetas.

Algunos exegetas ven una conexión en las palabras de inicio de esta genealogía con el libro del Génesis. En Jesús comienza una nueva creación. Asombra descubrir en esta lista personajes de todo tipo, personajes que han brillado por su testimonio de vida y otros que han vivido una vida de pecado. Los exégetas señalan también que esta forma de presentar los antecedentes de Jesús por parte del evangelista quiere expresar que Jesús viene a nuestra historia con sus luces y sombras. Jesús viene para librarnos del pecado. También llama la atención ver nombres de mujeres, sabiendo que en la cultura judía la mujer ocupaba un puesto secundario y era marginada. A este respecto también existen diferentes opiniones entre los exégetas, algunos ven en ellas el universalismo de la nueva alianza ya que algunas de estas mujeres son extranjeras, otros ven la Misericordia de Dios con el pecado humano, pues son mujeres con vidas marcadas por la debilidad y el error.

Nos podemos quedar hoy con el mensaje de que Jesús asumió la historia humana sin querer cambiarlo. Jesús no se avergonzó de nosotros, Jesús nos amó y nos abrazó con todas nuestras debilidades. El Hijo de Dios se hizo solidario con la historia de los hombres y entrando en ella la remidió. En este jubileo de la Misericordia que acabamos de inaugurar en la Iglesia, disfrutemos y celebremos el amor misericordioso de nuestro Dios. Él es el Señor de la historia.

Jesús quiero que seas el dueño y el señor de mi historia, con sus luces y con sus sombras. Ayúdame a dejarte entrar ahí donde más me cuesta dejarme amar por tu misericordia, porque si no me dejo abrazar por ti en mi debilidad, no podré abrazar la fragilidad de mis hermanos. Regálame y regálanos la humildad necesaria para abrirnos al poder de tu amor y de tu perdón.

Ven Señor Jesús, te esperamos.