Las lecturas de hoy nos invitan a confiar plenamente en la acción de Dios de en nuestras vidas cuando parece que todo está perdido. Tanto la primera lectura como el evangelio nos hablan de dos mujeres que son estériles y ancianas. Dos condiciones que hacen que ninguna de las dos pueda ser madre, pueda ser fecunda. Hemos de recordar que la fecundidad en el matrimonio era considerada como un don de Dios en el mundo judío. Aparentemente ya no había nada que hacer, no había ninguna posibilidad de cambiar esa situación, la naturaleza humana se imponía. Sin embargo, Dios les pide a los protagonistas de estos relatos un voto de confianza, nuestro Dios es el Dios de los imposibles.

Sin embargo, Zacarías duda, pregunta al ángel Gabriel enviado por Dios para anunciarle el embarazo de su mujer Isabel cómo podrá estar seguro de eso. El ángel le dice que ocurrirá tal y como lo ha anunciado, pero que él, por haber dudado se quedará mudo. No debemos interpretar la mudez de Zacarías como un castigo que Dios le manda por no haber creído en su palabra. Debemos más bien, reconocer como la falta de confianza en Dios nos roba fuerza y libertad para hablar de Él a nuestros hermanos. Si miramos nuestras vida y recordamos momentos en los que hemos desconfiado de la palabra de Dios, reconoceremos también que en esos momentos nos hemos quedado mudos. Cuántas experiencias vividas en las que hemos sentido que Dios “nos callaba la boca” dejándonos ver cómo su amor hacía cosas para nosotros imposibles. El silencio de Zacarías es más bien una posibilidad, una oportunidad de maravillarse ante la acción de Dios, que te deja sin palabras, y que solo puedes alabarle y bendecirle. Es una oportunidad también de vivir el arrepentimiento de forma sosegada y entregada.

Aprendamos hoy del silencio de Zacarías y descubramos en qué circunstancias de nuestra vida Dios nos pide contemplar su actuación desde el silencio. Ofrezcámosle hoy a Dios nuestro silencio arrepentido ante su actuación desacreditada previamente por nosotros.

Ven Señor Jesús, te esperamos.