El otro día entre lágrimas me preguntaba un joven por qué, si él queriendo hacer el bien y las cosas bien, lo hace mal y había hecho daño a personas que eran importantes para él. Mi respuesta no podía ser otra que aprendiera la lección de lo que le había pasado. Desde pequeños nuestros padres no enseñan lo que está bien y lo que está mal, algo que sabemos gracias a Dios. También nos enseñan a tener amistades, hacer amigos, y sobre todo a saber elegirlos. Es tan importante vivir y forjar amistades verdaderas con personas que responden a ello y las comparten. No sabes a veces hasta que punto te pueden influir tus amistades en tu vida y en como la vives.

En la primera lectura de hoy nos alerta San Juan sobre esto y lo importante de compartir nuestra vida y caminar juntos con personas que obran la justicia, o sea, que obedecen a Dios, hacen su voluntad y aman a los hermanos. Porque los que no, no nos engañemos, pecan y nos inducen a lo mismo, obedecen a otro.

Este joven tiene falsas amistades de personas que le están haciendo daño y estropeando su vida, al engañarle y proponerle o inducir a hacer lo que está mal, a equivocarse en sus pensamientos y deseos y a obrar mal. Y luego vienen las consecuencias y son muy dolorosas.

Tomar ejemplo de los discípulos de Juan en el evangelio de hoy es de gran ayuda. Ellos seguían a Juan Bautista porque era un hombre que obraba la justicia y amaba a los hermanos. Y cuando él les presentó a Jesús, les dio un muy buen consejo que les salvó la vida: les había preparado para seguir realmente al salvador, al Maestro. Así lo descubrieron y luego a su vez lo anunciaron a otros como a Simón.

Es muy importante y necesario estar con “los de Dios”, los hijos de Dios, tus hermanos, la comunidad, la Iglesia, ayudarse mutuamente, dejarse guiar por los pastores y aprender a reconocer la voluntad de Dios en ellos. Si no, corres el peligro de que te engañen “los otros” y sufrir las consecuencias. No quiere decir que te cierres sólo a relaccionarte con cristianos o gente de la Iglesia, no somos una secta. Si no, que seas consciente de por quien quieres dejarte influir para bien y en quien puedes y quieres influir tu para ayudarle, para su bien. No se te olvide: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano. Venid y veréis.