Seguimos en las lecturas de hoy la línea de ayer con la misma temática. San Juan nos ayuda a reconocer quienes son realmente hijos de Dios, porque viven como tales, y quién no. Como Felipe y Natanael a quienes Jesús les llama para ser sus discípulos en el pasaje del evangelio de hoy.

Esto viene muy bien, porque ante el lío que está montado en nuestros tiempos, donde todo se ha manipulado y distorsionado de una manera muy compleja, enrareciendo y dificultando las relaciones humanas, nos ayuda a ver con claridad las auténticas. Sabemos, que nuestros pecados y el mal que conllevan, está causando todo esto lío cada vez más enmarañado.

Hay que volver al mensaje principal que se nos ha dado, a lo fundamental, para ir reparando y desliando este entuerto: que nos amemos unos a otros. Ya sé que esto es muy bonito y que casi todos están de acuerdo hoy. Pero, ¿quién lo vive de verdad? ¿Tú lo haces? Ahí está la clave. La Palabra de Dios no son solo palabras bonitas, son Palabra de Vida. Hay que creerlas y vivirlas sin peros y con todos los que se cruzan en tu camino. Con los que ya conoces primero, y tú ya sabes. Tienes que dar la vida por los demás; y ojo a lo que dice: por tus hermanos. Aunque tú u otros, no queráis reconocerlo, son tus hermanos. Me refiero también al que te esta fastidiando o te cae mal o tienes enfrentamientos o le tienes por tu enemigo. También por el que convives desde hace años, por tu familiar, por los que te parece imposible que nada se pueda cambiar. ¿Estás dando la vida por ellos? Como te cierres o sigas cerrándote, olvídate, no va a estar el amor de Dios en ti, y ya sabes lo que eso significa.

Siempre hay que fijarse en aquellos que aman de verdad y con obras, que no son precisamente los que salen en los telediarios, en las noticias o los programas sensacionalistas, todos los días. Son esos miles de voluntarios de parroquias, asociaciones, etc, que nadie sabe su nombre, y que con gran generosidad y discreción llevan tantos años ayudando a innumerables personas e instituciones de bien. A esas personas serenas, alegres y sensatas que en los vecindarios y en las familias median todos los días en los conflictos cotidianos entre los hombres y tienen una palabra o gesto oportuno para salvar una situación. Tantos compañeros de trabajo que se ayudan para salvar el empleo del otro, etc. Piensa tú a quienes conoces así.

Dios es mayor y lo conoce todo y Él hace posible, aunque no nos demos cuenta, que nos amemos de verdad, lo que a veces nos puede parecer imposible. Él es fiel por la eternidad y si confiamos plenamente en Él veremos y viviremos cosas mayores.