Siempre que se acerca una fecha importante porque va a ocurrir algo importante, nos preparamos para ello. Utilizamos el tiempo y los medios necesarios para que todo salga bien, para aprovechar lo que va a suceder porque es importante para nuestra vida. Hoy, el salmo nos da ánimos ante la dureza y la profundidad de sentido de lo que vamos a celebrar estos días. Nos estamos preparando para la Pascua y ya quedan solo seis días. Estamos hablando de celebrar, meditando y recorriendo todos los pasos de lo que va a ser el acontecimiento más importante de la historia de la humanidad, de mi historia personal. Estamos hablando de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, del misterio de nuestra salvación que acontece en la entrega de amor de nuestro Señor por nosotros.

 

El evangelio de hoy nos relata como Jesús se prepara para ello a estas alturas. Lo hace yéndose a cenar a casa de sus amigos Marta, María y Lázaro. También, nos preparamos compartiendo con los amigos lo que nos importa o sucede importante en nuestra vida. Así también, lo hizo Jesús con estos hermanos, haciéndoles partícipes de lo que iba a suceder. María comparte estos momentos con el gesto de la unción con un perfume tan caro. Jesús es la persona más importante de su vida, es su Señor; en él cree y le escucha. María esta acogiendo el amor que les ha llevado Jesús a sus vidas y quiere responder a él colaborando con el plan de Dios, con la misión de Jesús. Sin ser totalmente consciente, le está preparando para su entrega sacrificial.

 

¿Queremos nosotros también colaborar en el plan de Dios? ¿Somos conscientes de que ser discípulo de Jesús es ponerse en manos de Dios para ser instrumento de salvación? Esta familia de Jesús seguro que escuchó y medito muchas veces en su corazón el pasaje de la primera lectura de hoy del Siervo de Dios de Isaías. De esta manera el Señor les preparó para colaborar con Jesús. Con Jesús nunca hay que tener miedo, aunque la situación se ponga muy fea o peligre nuestra vida. El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Esta es la fe y la paz que se respira en Betania. Lógicamente Judas no la comparte, ya sabemos por qué.

 

Aprendamos de los gestos, palabras y actitudes que hemos podido contemplar en los textos de hoy, para cuando nos encontremos en situaciones muy duras o difíciles por seguir a Cristo, por haber sido fieles a Dios, por vivir como cristianos.