«¿Qué es vivir?» Se preguntaba continuamente el jóven hijo de Alonso Ávila y Catalina Gijón. La respuesta la recibió tempranamente del mismo Señor Jesús: «la vida es que te conozcan a tí, único Dios verdadero y a tu enviado, Jesucristo«. Esta certeza le acompañaría al muchacho de Almodóvar del Campo para querer conquistar los corazones de aquellos que habitaban las recién descubiertas tierras americanas. Años de estudios en leyes en Salamanca, años de meditación y ascesis, años de estudios de Teología en Alcalá,… pero siempre con el deseo de vivir en la verdad y hacer vivir. Quiere entonces llegar a Sevilla y partir como misionero a América. Pronto el obispo sevillano verá en el joven sacerdote un talento excepcional. Su capacidad para predicar, para fundar colegios, acompañar personas ilustres en su vida espiritual, atención generosa a los pobres… Le va a llevar envidias, sospechas y presentarse ante el tribunal de la Inquisición y la reclusión de dos años en prisión.

Pero como la mariposa sale de la crisálida para volar más bella y libre, así le supuso a Juan de Ávila la injusticia de su encarcelamiento. Más unido a Jesús en la cruz, más unido al amor de Dios, ha cogido carrerilla para correr por toda Andalucía predicando y llenando de obras apostólicas su vida pastoral. Córdoba y Granada, le verán crecer como sacerdote. Y en estas urbes conquista corazones para la vida verdadera: porque la vida eterna consiste en que te conozcan a tí, y a tu enviado Jesucristo… El fuego de la vida del maestro Ávila, prenderá el corazón de Juan Ciudad, un librero y aventurero, convirtiéndose en san Juan de Dios, el padre de los pobres y los enfermos. Llegará también a Granada el mismísimo Duque de Gandía para hacerse presente en las exequias de Isabel, la esposa y emperatriz de Carlos V, y al escuchar las palabras encendidas de vida de Juan de Ávila, harán de él ese valiente san Francisco de Borja que llegaría a superior general de los jesuitas. ¿Qué tiene este sacerdote que acuden a su consulta una Teresa de Jesús o un Juan de la Cruz? ¿Qué hace que el arzobispo Pedro Guerrero lleve de su mano los memoriales escritos por él para el Concilio de Trento?

Juan de Ávila porta la esencia del carisma que la reforma de la Iglesia necesita: volver a redescubrir el amor de Dios por cada uno…

«Que ame Dios y de amor tan entrañable a su criatura, el hermoso al feo, el rey al vasallo, el todo a la nada, cosa es de mayor maravilla y más bienaventuranza de poseer, mas muy ardua de creer. Y no pequeñas prendas son necesarias para certificarnos de grande honra, riqueza y tan copiosa bienaventuranza. Porque si de esto nos da suficientes prendas, ¿qué resta sino perder la vida, por alcanzar el corazón de Dios Padre por nuestro y tenerle herido de saeta de amor?» 

¿Qué es vivir? Es saber y creer realmente que Dios te ama…. SÍ, DIOS TE AMA, ¿te cuesta creerlo hoy? ¿te cuesta entenderlo de nuevo? Dirá el patrón del clero español: » ama a  todos, pero quien lo recibiere todo le es posible… De ignorancia de esto piensan los hombres ser huérfanos y van a dar en desesperación.» La revolución en la vida personal y social empieza aquí: Dios me ama a mí, también a ese señor del metro, a la chica del móvil, al niño del patinete, al obrero de la calle, al estudiante y al médico, al chico que busca la droga y al hombre que piensa cometer un robo… A todos ama y su amor no se frena por nada. Por eso, Juan de Ávila es doctor de la Iglesia, porque esta sabiduría hace entenderlo todo, solidarizarse con todo, vivir todo con intensidad, querer cambiarlo todo, amarlo todo y a todos. Que lo disfrutes.

San Juan de Ávila, patrón del clero secular español y Doctor de la Iglesia, sacerdote sencillo y bueno, intercede por nosotros. Amén.