El Evangelio de hoy nos habla de ser como los niños. Como ya es de suponer, esto no se refiere a ser irresponsables como los niños, sino que va dirigido al corazón. Jesús nos habla de acoger el mensaje del Reino con corazón de niño en el sentido de acogerlo sin miedo, sin peros, sin calcular si seré capaz o no, con total confianza en quien me lo propone. Al maestro fariseo Nicodemo también le propone “nacer denuevo” para poder comprender las cosas del Espíritu.

Otra cosa que caracteriza el corazón es la inocencia, la no amargura. Una vez escuché una predicación en la que se describía a Jesús como alguien que vivió y murió con un corazón de niño. Aunque Jesús es gran conocedor de las malas intenciones en los hombres, es capaz de ver ese “tesoro escondido” en el campo de cualquier vida como la supo ver en Judas o en Pilato.

Al final de la vida de Jesús no hay ningún tipo de amargura, aunque no hubiera sido algo extraño, ya que fue abandonado no solo por las muchas personas que El curó, sino hasta de sus propios amigos más cercanos. Sin embargo muere diciéndole a su Padre: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen y es capaz de ver el corazón arrepentido del ladrón crucificado a su lado. En ese último momento refleja la vivencia de alguien que no se ha sentido como quien “le han utilizado” para hacer milagros o mientras que las cosas iban bien. Dios quiere que vivamos la vida así: con un corazón de niño. El niño se fía de lo que le propone su padre, aunque sea muy superior a su fuerzas o a lo que él se puede imaginar. Abraham tuvo el corazón de niño de creer en la promesa que Dios le hacía (Génesis 15) a pesar de su avanzada edad y David se enfrentó a Goliat con la valentía de un niño que sabe que tiene a Dios a su lado.

Ojala que nosotros podamos dejarnos contagiar por Jesús un corazón con esta vivencia, ya que muchas veces nadie nos va a agradecer lo que hayamos hecho o parezca que salimos perdiendo por ser buenos. En esos momentos la “paga” será que estamos comulgando con Jesús en su misma forma de vivir y entonces será Su Corazón latiendo en el nuestro.