«El que lo encuentra va a vender todo lo que tiene y compra el campo»

La gente escuchaba a Jesús con atención. Lo que decía tenía autoridad. Y también les parecía una enseñanza llena de sabiduría, muchos exclamaban que nadie había enseñado antes como él. Ciertamente los estudiosos de la escritura han comparado los discursos de Jesús con la tradición oral de los rabinos de su tiempo y han detectado una originalidad muy particular: Jesús al explicar la Ley o la voluntad de Dios, se identifica con ella. Por tanto, cuando Jesús habla del «reino de los cielos» está hablando de su persona, de su relación con él. Por eso, encontrar el «reino de los cielos» es encontrarse con Jesús mismo.

«El que lo encuentra va a vender todo lo que tiene y compra el campo»

Un campo que esconde un tesoro. la gente de Galilea entiende bien esta imagen. Un pobre puede aspirar como mucho a tener  una casa, algo de ganado o un campo para su cultivo. Se procura tener lo necesario para sobrevivir, muchas veces de modo precario… ¡Encontrar un tesoro, en lo poco que se tiene, es sentirse el hombre más afortunado del mundo!

¿Es así como nos sentimos los cristianos? ¿Nos sentimos realmente afortunados por tener esta relación privilegiada con Cristo? A Jeremías, ser el profeta de Dios le ha supuesto mil desgracias y el desprecio de los suyos. Hasta  santa Teresa de Ávila se quejaba cuando al hacer la voluntad de Dios todo se volvía en su contra, y decía a Jesús: «si tratas así a tus amigos, no me extraña que tengas tan pocos». Dios promete a Jeremías dones increíbles si es fiel, y en concreto, una fortaleza de ánimo capaz de soportar y arrastrarlo todo. ¡Qué tesoros inestimables nos ha dado Jesús cuando hemos puesto nuestra confianza en él!

«El que lo encuentra va a vender todo lo que tiene y compra el campo»

Para mí tener a Cristo en mi  vida ha supuesto llenar de sentido todas las cosas. Realmente es como tener un tesoro escondido con el cual puedo tenerlo todo, alcanzarlo todo, solucionarlo todo. Es verdad que no estamos exentos del sufrimiento o de la cruz de cada día, pero experimentas que nada cae en vacío. Todo puede alcanzar un sentido: con Cristo las cosas pequeñas de cada día realmente tienen un destino, un final feliz.

Hoy es un día precioso para mostrar en todo una sonrisa y una satisfacción grande, que todos puedan ver en nosotros personas felices, realizadas, llenas, esperanzadas, ilusionadas por vivir. Como iba aquel mercader de la parábola a vender todo lo que tenía porque había encontrado la perla más preciosa del mundo.