En la primera lectura de hoy el apóstol Pablo expresa su mayor preocupación. ¿Cuál es mi mayor preocupación? ¿Qué quiero dejar a mis hijos?¿En qué quiero que se fortalezcan?

“Doblo las rodillas ante el Padre”. Un hombre o una mujer solo dobla sus rodillas ante algo que le parece muy importante, absoluto. ¿Ante qué o quién doblo yo mis rodillas? ¿Ante Dios? ¿Ante esas personas que me privilegian? ¿Ante los caprichos de mis hijos? ¿Ante mi jefe?

“De quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra”. Aquí se ve la conciencia de Pablo de que todo procede de Dios. Sí, de nuestro trabajo y de nuestro esfuerzo, pero aquí también aparece la conciencia de regalo y no sólo de algo que uno ha conseguido por sus propios puños. El tener conciencia sólo del esfuerzo personal, parece que nos hiciera merecedores de nuestros éxitos o de lo que hemos conseguido en la vida. Uno se acaba apropiando de ello como de un “trofeo  al esfuerzo personal”. ¿Cómo vivo lo que tengo, lo que he conseguido en la vida?

“Pidiéndole”, ¿qué pide? “Que de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento” ¿Ser robustecidos en lo profundo del ser? ¿No pide para que ganen bastante dinero, que hagan buenas carreras, que sepan muchos idiomas? Todos constatamos que para ser personas de palabra, honrradas, fieles, con opinión propia, con capacidad crítica, etc. hace falta bastante fortaleza interior, porque no es lo que más se valora en muchos lugares y situaciones. Para Pablo parecen éstos ser valores fundamentales.

¿Qué Cristo habite en los corazones de aquellos que le son confiados? ¿Para qué? Pues quizás Pablo, de origen fariseo,  sabía que aquí no se trata solamente de buenas intenciones o de fuerza de voluntad, como dice en la carta a los Gálatas capítulo 2, sino que ha descubierto de que se trata de dejar a Cristo vivir en nuestros corazones y pueda repetir en nosotros su forma de pensar, amar, hablar, servir, actuar y mirar. Esta es la gran Buena Noticia de su vida, que también la quiere para aquellos a quienes ama.

Ojalá que Pablo nos haga plantearnos hoy de nuevo cuáles son nuestras mayores preocupaciones  y qué es lo que queremos para aquellos a quienes amamos.