¡Otra vez a escribir los comentarios al Evangelio! Siempre es una maravilla el leer el Evangelio y pasarse el día pensando: “¿Qué podría sacar yo de aquí para escribir el Evangelio? Desde la noche del día anterior hasta que me pongo a escribirlo le voy dando vueltas y pidiendo luces al Espíritu Santo. Esto se puede hacer aunque no tengas que escribir nada, antes de dormir te lees el Evangelio del día siguiente y así si te desvelas por la noche o por la mañana temprano puedes ir dándole vueltas en vez de pensar en la crisis de gobierno, que es bastante aburridito el tema ya.

A ver cómo me organizo esta semana. Hemos comenzado el cuso con un sacerdote menso en la parroquia pero sigue habiendo casi 900 niños en catequesis y grupos nuevos que van surgiendo, pero siempre se saca un hueco aunque sea muy tarde o muy temprano. Mañana comenzaremos a entregar el Nuevo testamento a los niños de 2º de catequesis. Casi 300 casas en las que entrará un pequeño libro que contiene una Gran Noticia. Ojalá lo vayan leyendo todos y no sea un libro de estantería sino de cabecera. Leer y releer el Evangelio, no nos podemos cansar.

«Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Dieciocho años llevaba esa mujer esperando escuchar esas palabras. Tal vez había desesperado de escucharlas, se había resignado a su suerte. Es Jesús el que la llama, no se acerca ella atraída por sus milagros. Y el Señor la libera y la sana. La indignación del jefe de la Sinagoga le impide asombrarse ante el milagro y lo critica: «Hay seis días tenéis para trabajar; venid, pues, a que os curen en esos días, y no en sábado» Pero Jesús no se echa atrás ni se amilana, abochorna a los que no se asombran de las maravillas de Dios. Seguro que tú acabas de leer el Evangelio del día antes que este comentario. Te asombrará, si hoy eres un poco curioso o un poco curiosa, la cantidad de gente que hace años que no ha leído ni una sola página de la Biblia. Tal vez han escuchado las lecturas en Misa, pero como quien escucha la receta de los chipirones en su tinta. Tal vez incluso se sepan las historias y no le descubres nada nuevo con la parábola del hijo pródigo, se conoce el comienzo, el nudo y el desenlace. Pero llegar a su casa, tomar en sus manos los Evangelios y dedicarle unos minutos a su lectura tal vez años sin hacerlo, y los más mayores siglos. Tal vez sea sábado y no es este lunes el día, y tal vez estemos en la sinagoga y no sea la oficina o la universidad el lugar, pero intenta tener hoy la santa desvergüenza de Cristo para preguntar a los demás hace cuánto que no leen la Biblia. Eres como el discípulo al que el Señor le encarga que le diga a esa mujer: acércate, el Maestro te llama. Y tu amigo, tu conocido, tu compañero, tu familiar puede ser que se encuentre con Cristo aunque haga dieciocho años que no reza.

“Lo vuestro es alabar a Dios”  apartándonos del pecado y apartando a los demás del pecado, que pasen de ser tiniebla a ser luz.

“Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor,” Cristo se entregó por nosotros, nosotros sólo tenemos que entregar un poquito de vergüenza. ¿Nos vamos a negar hoy a obedecer a Cristo aunque el “jefe de la sinagoga” se ponga como una fiera? Poco enamorados estaríamos.

La Virgen no tiene reparo en decir a los apóstoles: Haced lo que Él os diga, de su mano no tenemos ningún miedo. ¡Venga, a preguntar!