Normalmente todos somos sensibles con los más necesitados. Cuando vemos un mendigo por la calle, cuando nos piden o venden algo en los semáforos, cada vez que hay una colecta para Cáritas o ONGs serias que trabajan ayudando a los más necesitados solemos contribuir con algo de dinero o lo que nos piden. En conversaciones con muchas personas, siempre ha surgido en este tema la pregunta: ¿cuanto es lo adecuado que tenemos que dar para contribuir a ayudar a los necesitados o para compartir los bienes en nuestra comunidad cristiana, en nuestra parroquia?

Seguro que tú también te lo preguntas. En la respuesta lo importante no es la cantidad, así nos lo muestra Jesús en el evangelio de hoy con el ejemplo de las personas que depositan donativos en el Templo. Lo importante es «la calidad». Me explico; el salmo 23 nos dice que del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes, o sea, que todo lo que tenemos, o podamos tener, es del Señor, hasta la vida. Y Él nos lo da para que lo hagamos fructificar y para que lo administremos según su voluntad, según su plan, . Por lo que todo lo que tenemos esta al servicio de la construcción del Reino, que es la misión que tiene la Iglesia y todos los que la formamos. Tenemos que estar dispuestos a compartir todo lo que tenemos a vivir la comunión de los bienes, no solo lo material, sino también lo inmaterial (tiempo, ilusiones, esperanzas, proyectos, conocimientos…). La viudoa echó lo que tenía para vivir, compartió su vida.

Compartir es más que un valor, que un hecho, es una actitud de vida permanente que no se puede desligar de nuestro seguimiento como discípulos de Cristo. Es consecuencia y parte de la liberación que la fe nos trae a nuestra vida: ser desprendido y no esclavo del «tener». ¿Lo tienes claro? Dar de lo que te sobra no es «el compartir» que tu crees, es solo ser menos egoísta y un primer paso, un «tranquilaconciencias». Lo generoso, lo de un cristiano, ciudadano del reino, lo que Dios quiere, es poner a disposición de la comunidad cristiana nuestra vida con todo lo que tenemos, la comunión de bienes. ¿Te lo has planteado? ¿Lo vives así? ¿Estás dispuesto? Ése recibirá la bendición del Señor.