¡FELIZ 2017! A TODOS LOS QUE CON FIDELIDAD SEGUÍS ESTOS COMENTARIOS. En nombre de todos mis compañeros, invoco de corazón la bendición divina sobre todos vosotros con la fórmula hoy pronunciada en el libro de los Números:

» El Señor os bendiga y os proteja, ilumine su rostro sobre vosotros y os conceda su favor. El Señor se fije en vosotros y os conceda la paz.»

No se puede empezar mejor este año nuevo que con una bendición. Cada día es una bendición y debe vivirse como tal.

Hoy es el día en que reconocemos que toda la humanidad ha sido extraordinariamente bendecida con una vida nueva desde la encarnación de nuestro Señor Jesucristo.

Si alguien ha comprendido profundamente esta bendición ha sido nuestra madre la Virgen. Una jovencísima madre, que acoge entre sus brazos al Verbo eterno de Dios en cuerpo de niño, con carne de hombre. Y piensa -como insinuaban los padres de la Iglesia-: Dios se ha hecho carne en mi, para que mi cuerpo sea suyo. 

La Madre de Dios intuyó que ya nunca se pertenecería, su ser, su pensar, su sentir, sus amores le pertenecerían a Cristo. Su cuerpo se había convertido en un templo divino para siempre. Templo en el que el Espíritu había hecho morada, y así una joven judía se convertía en la primera y auténtica hija de Dios. Y a la vez, tenía el privilegio de ser la Madre del mismo Hijo unigénito del Padre. María así conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.

Ese misterio es nuestro sello de identidad. Así nos lo dice San Pablo. Nuestro cuerpo ya no nos pertenece, toda nuestra biología ha sido asumida por Dios. Ya no somos sólo criaturas en el universo, sino hijos adoptivos de Dios;  pues si el Hijo tomó nuestra humanidad es para que los hombres llegáramos a ser hijos. Y como María recibió en su entraña el Espíritu Santo nosotros también lo recibimos y podemos vivir una vida nueva: el amor de los hijos de Dios, la libertad de los hijos de Dios, la Gracia que se vive en el Cielo.

No lo dudemos: el Padre nos regala cada día de un nuevo año para realizar su misión: vivir con plenitud la existencia que nos ha sido dada y hacer todo lo posible para que el número de hijos de Dios crezca en cada rincón de la tierra. Nuestra misión en este nuevo año es dar a conocer a todos los caminos del Señor, a todas las gentes su salvación. 

Contad conmigo para vivir así. Muy unidos en cada Eucaristía.