La parroquia es muy joven, es tan joven que es casi una niña, acaba de cumplir los cuatro añitos de construcción. Por ser tan joven hay muchos niños y muchos matrimonios. Dentro de unos pocos años estará lleno de adolescentes y jóvenes, ya podéis rezar para que sepamos hacerlo bien. En la adolescencia muchos chicos y chicas enaltecen la amistad por encima de todo, incluso relegando un poco a padres y hermanos, lo que no está bien. Hoy los padres tienen bastante difícil saber quiénes son los amigos de sus hijos, pues los móviles, las redes sociales, etc. Han ampliado muchísimo el espectro de lugares para tener amigos. Pero por muy virtual que se quiera ser no hay nada como estar con un amigo o con una amiga en directo, sin Whatsapp por medio (aunque algunos no lo consiguen aun estando juntos). La amistad es muy importante y la parroquia es un buen sitio para hacer amigos.

“Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la palabra.

Y vinieron trayéndole un paralítico entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían…” Volvemos a la habitación de Jesús. Parece difícil llegar y por nuestras propias fuerzas no podemos. Pero este paralítico tenía amigos, buenos amigos. Amigos que no se arredran ante las dificultades, que son ingeniosos, atrevidos y fuertes. Y ponen a su amigo frente a Jesús y Jesús le sana y le perdona sus pecados, y todos “se quedaron atónitos y daban gloria a Dios diciendo: Nunca hemos visto una cosa igual.”

Hoy me gustaría que nuestra oración fuese sobre nuestros amigos y amigas. Acercar a Cristo no es labor exclusiva de sacerdotes, monjas o catequistas. La familia es fundamental y, no lo dudes, los amigos también. ¿Hace cuánto que no hablas a un amigo de Dios? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que no rezas con un amigo? (No digo por, digo con). Hay que tener buenos amigos, que nos quieran, nos ayuden, nos corrijan, de vez en cuando nos abronquen y, sobre todo, estén siempre a nuestro lado. Antes se hacían esas estampitas y poster que ponían un acara bastante melosa de Jesús con la leyenda: “Amigo que nunca falla.” Ser amigo de mis amigos en Cristo. Por supuesto que podemos tener amigos ateos, musulmanes, zoroastristas o adoradores del sol, ser de distinto credo no nos separa como personas. Y con los que no tienen nuestra fe, si queremos ser verdaderamente amigos, tendríamos que ser muy coherentes con nuestra fe, ser muy buenos católicos. ¡Cuánto daño han hecho los amigos católicos tibios para la conversión de muchos!. Si uno ve que su amigo católico no reza nunca, los domingos no pisa la parroquia, no vive según los mandamientos y jamás habla (no hay por qué discutir), de Jesucristo, estará transmitiendo que la fe cristiana es superficial, banal y, por supuesto, nada atrayente. Nuestra vida no generará la pregunta por la Vida, y si niego a mis amigos que puedan conocer a mi Amor soy bastante poco amigo suyo. Si lo rechazan no pasa nada, Dios es amigo de nuestros amigos.

Peor es cuando amigos que profesan la misma fe son obstáculos unos de otros para vivirla. Cuando el amigo bautizado se ríe de su amigo bautizado porque reza, o va a Misa, o se confiesa. Muchas veces madres católicas de siempre me dicen: “No pude venir a Misa el domingo porque venían mis hijos a comer y ya se pasaron toda la tarde..” ¿Es que tus hijos no son católicos o no te conocen? Venid a Misa en familia o, si se resisten, plántales un programa de la tele hasta que vuelvas, así ellos van practicando su “religión”. Y reza por ellos, pro tus amigos que no viven su fe, que incluso la niegan con su palabra y con su vida.

Y ahora en positivo. Hay que tener amigos, buenos amigos y ser muy amigos de nuestros amigos. Los amigos te respetan y te quieren como eres, no vas a ser mejor por negar que eres de Cristo, que vives como hijo de Dios, que tienes toda la alegría de la fe Al igual que tú los quieres a ellos aunque sean un poco golfos, o vagos o incoherentes. Los amigos están a tu lado con todo lo que son, lo bueno y lo malo. Nosotros estamos a su lado con todo lo que somos, lo bueno y lo malo, pero no vamos a esconderle a Aquel que siempre nos acompaña en nuestra vida, no vamos a avergonzarnos de nuestro Padre. No se tienen amigos para convertirlos, pero háblale bien a Dios de tus amigos. Y cuando los dos amigos comparten la fe, rezan juntos, se saben hijos de un mismo Padre pasan de ser amigos a ser hermanos, pocas cosas hay más bonitas.

Habría que hacer una tesis sobre las amigas de la Virgen. No tenemos ningún dato, pero seguro que tenía un montón de amigas y amigos que conocerían a Jesús muchísimo de todo lo que la Madre hablaba de su Hijo. Que ella nos enseñe a compartirlo todo con los amigos, también la fe.