«Ahora sí que hablas claro y no dices ninguna parábola»

¿A qué se refieren los discípulos?  Conviene tener presente todo el capítulo 16 de san Juan desde el principio. Pero yendo a lo fundamental, Jesús sabe que sus discípulos no estan entendiendo toda la magnitud y profundidad de lo que está sucediendo en sus vidas. Para ello, van a necesitar el desarrollo de la historia y la iluminación constante del Espíritu Santo.

Por otra parte, Jesús sabe que los discípulos piensan que por seguirle, la felicidad está asegurada, que va a llegar la época dorada del imperio de la armonía y que van a estar exentos de problemas o dolores. Nada más lejos de la realidad.

Jesús, como maestro y amigo, quiere aclararles la verdad.

Por una parte, quiere que se den cuenta de que realmente él es el Hijo de Dios profetizado desde antiguo. Jesús reitera a los discípulos la verdad de su divinidad: «mi Padre os quiere porque me queréis y creéis que salí de Dios».   Y se lo va a repetir no una, ni dos, sino ¡cuatro veces! Puede ser que nosotros hoy lo tengamos asumido… Sí, claro, Jesús es la segunda persona de la Trinidad, es Dios verdadero de Dios verdadero, etc., etc. ¡El creador del inifinito cosmos traspasó las dimensiones del mundo y vino a la tierra para convivir como humano-limitado! En un cosmos que se reducía al espacio terrestre y a la esfera del cielo donde estaban los astros como colgando de una bóveda que rodeaba la tierra parece fácil que el «gigante Dios» se hiciera «pequeño hombre», casí hasta parece otra manera de ver las encarnaciones de los dioses del olimpo… Pero pensar que el Dios eterno, más allá de las infinitas estrellas y galaxias del espacio infinito -que hacen contemplar la Tierra como una piedrecita en medio de un inmenso desierto-, haya querido «abajarse» para vivir como criatura humana, resulta siempre asombroso y desconcertante. Me gustaría que lo meditásemos de nuevo… Realmente, necesito de la luz del Espíritu de la Verdad para llegar a comprenderlo.

Por otra parte quiere que sus discípulos entendamos la cruz de la moneda. Que el Hijo de Dios haya estado presente en nuestra historia, como hombre verdadero, supone que debía sufrir dolor, limitación y finalmente muerte. Supone la oscuridad de su potencia divina en todo ello. Y eso hace que algunos se escandalizen, otros se aparten de la fe y otros vean la inutilidad del Dios de Cristo en la vida. De hecho, algunos llegan a pensar que «Dios ha muerto» y ha desaparecido de la tierra y ha abandonando a su suerte la vida de los hombres (guerras, asesinatos, hambre, injusticia por doquier,…). Por eso a Cristo se le da de lado.

La Palabra de Cristo hoy es impresionante, porque profetiza lo que ha pasado en la historia y el momento que estamos viviendo. Él ya lo sabía, por eso nos ha dejado este capítulo precioso de san Juan para que lo escuchemos una y otra vez. Y ahora puedes entender lo que él dice finalmente: «Os he dicho estas cosas para que volváis a tener paz en mí. En el mundo tendréis sufrimiento. Pero… ¡ánimo! Yo he vencido al mundo».

Sí, creo en tí Jesús Resucitado, tú tienes la última palabra de cada historia y de cada persona.