El Evangelio de hoy es bastante enigmático, por ello me voy a centrar en el salmo, que es una síntesis entre Tobias y el Evangelio:

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. R/.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

El Señor abre los ojos al ciego, ¿de qué ceguera habla? Existe la ceguera física como es el caso de Tobias, pero también la ceguera de la indiferencia, de la desesperanza, de no ver a las personas que me rodean, etc. Un ejemplo claro de esta ceguera es el caso de John Newton, comerciante de esclavos de la Inglaterra colonial, actividad en la que se destacó por su crueldad y abyección, conductas de las que se arrepintió para convertirse en pastor protestante. Escribió muchos himnos como el conocido “Amazing Grace”. En él se expresa de ésta forma: “Estaba ciego, pero ahora puedo ver. Estuve perdido, pero ahora me encontré.” Aquí queda claramente reflejada la experiencia de ceguera e incapacidad de ver a los demás como iguales, como personas y como hermanos, lo que le llevó a trabajar en el tráfico de hermanos.

¡Cuántas veces en los ambientes académicos o laborales se percibe que el otro es más bien un rival o hasta un enemigo o es sencillamente invisible!

El salmo de hoy nos recuerda que existe una curación espiritual que puede ser hasta un mayor alivio o liberación que la curación de la ceguera física. Tobias es un ejemplo de una enfermedad vivida con paciencia y esperanza.

Sabemos que muchas personas y a veces, nosotros mismos, sufrimos la falta de perspectiva de futuro, no vemos salida a nuestros problemas, etc. Dios viene hoy a abrirnos los ojos del corazón a su amor, a todo lo que El nos regala en la vida y al valor de nuestra propia vida y de los que nos rodean.