Gema se va de ejercicios espirituales a Loyola. ¡Qué suerte! Rezaré más por ella que en las cosas de Dios todo lo que se da vuelve multiplicado. Ojalá todos los cristianos sacasen unos días para hacer ejercicios espirituales cada año. Los sacerdotes lo tenemos más fácil -el que no los hace es o porque está mal de salud o porque no le da la gana-, pero comprendo que, en ocasiones, para muchas personas es un verdor esfuerzo de logística familiar y laboral. Sinceramente, vale la pena hacer ese esfuerzo, también hay retiros para matrimonios, pues aunque uno beba agua diariamente de vez en cuando viene estupendamente sentarse en una terraza a disfrutar de una jarra de cerveza fría o de un refresco para disfrutar tranquilamente del Amigo (es una metáfora, no os vayáis corriendo al bar).

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos»

Parece que el Evangelio de hoy se contrapone a la primera lectura de San Pablo: “la letra mata, mientras que el Espíritu da vida”.

¿Cómo solucionar este conflicto? Pues sentándonos un rato a tomar esa cerveza (sin alcohol), con el Amigo. Seguro que Gema lo entiende perfectamente cuando vuelva de sus ejercicios espirituales. ¿Qué decimos al terminar de proclamar las lecturas en Misa? Palabra de Dios o Palabra del Señor. Y el buen Señor Dios ¿está vivo o esta muerto? Siendo Él la vida está vivísimo. Luego su Palabra es una Palabra viva, eficaz y tajante como espada de doble filo. Es una Palabra viva que se dirige hoy a mi, que me la dirige el Señor desde toda la eternidad. Por eso, quien lee la Palabra de Dios, que es Palabra de Amor, con el corazón enamorado no encuentra letras, sino palabras que hoy se dirigen a mi. Por eso Jesús, la Palabra hecha carne, es la plenitud de la Ley y los Profetas y Dios no se contradice.

Por eso nosotros, que cada mañana leemos el Evangelio, deberíamos hacerlo con ilusión nueva cada día. Es distinto pensar.”A ver qué Evangelio toca hoy” a decirse: “A ver qué me quiere decir el Espíritu Santo hoy a mí”. Si voy con esa actitud me interesa mucho más a primera hora de la mañana el Evangelio del día que el parte metereológico. Y cuanto más ponga el corazón y mi vida será mucho más exigente -exigencia de amor-, que todas las leyes que me puedan presentar. No me contentaré con no decir falsos testimonios o mentiras, por ejemplo, sino que amaré muchísimo la verdad. La letra está muerta, la Palabra de Dios está viva por el Espíritu Santo.

Algunos podrán irse a la terracita con Jesús unos días, como Gema. Si no es posible por lo menos tomemos el café con Él, aunque sea en cinco minutos, cada día.

La Virgen María palpó y notó como la Palabra viva de Dios se iba formando en su seno, que ella nos ayude a tener la alegría de recibirla cada día.