Primer domingo de septiembre. Los niños siguen de vacaciones. Al menos en Madrid hace buen tiempo. Las piscinas están abiertas. Superando los primeros días de trabajo o amargándose por ser mañana el primer día de trabajo después de las vacaciones. ¿Qué hago yo este domingo en Misa? ¿Cumplir un precepto? ¿Es que Dios no tiene en cuenta el clima, el tiempo, mi situación…? ¿Tenemos un Dios sádico que pudiendo estar disfrutando de mi familia me encierra en un templo con un sacerdote aburridísimo durante una hora de este domingo? ¿No quiere Dios nuestra felicidad?

Ciertamente, quien viva la vida en Cristo para cumplir muchas cosas se le tienen que hacer una tortura. La ley del mínimo esfuerzo se adueña de nosotros y acabamos haciendo lo justo o un poquito menos de lo justo.

Hoy escuchamos una de las lecturas que mas me gustan del Antiguo Testamento. Jeremías, desnudando su alma y que dice: Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; has sido más fuerte que yo y me has podido. He sido a diario el hazmerreír, todo el mundo se burlaba de mí. Cuando hablo, tengo que gritar: proclamar violencia y destrucción.

La palabra del Señor se volvió me ha servido de oprobio y desprecio a diario.

Me dije: «No lo recordaré; no volveré a hablar en su nombre»; pero había en mis entrañas como fuego, algo ardiente encerrado en mis huesos.

Yo intentaba sofocarlo, y no podía”.

La vida cristiana es dejar seducirse por Dios, de tal manera que ya no prima en mi vida lo que tengo que hacer sino lo que amo. Aunque me sienta despreciado por mi amor no puedo dejarlo, intento sofocarlo, pero mi vida no tiene ningún sentido sin mi amado Dios. Es dejar que Dios te robe el corazón, te arrebate tu vida. Es dejarte vencer en tus resistencias contra Dios y decirle: me entrego del todo, yo soy tú y sin ti no soy nada. Aunque me ofrecieran riquezas, comodidades, prestigio…, si te pierdo no soy nada, no tengo nada, mi vida no vale nada sin ti. Solo tu llenas mi vida y sin ti estoy vacío.

El pecado, que son los momentos de mi vida sin Dios, es calculador, rastrero y deja vacío. Por eso santo Domingo Savio, enamorado completamente de Dios en su primera Comunión, podría hacer el propósito de “antes morir que pecar.”

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:

«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».

Jesús se volvió y dijo a Pedro:

«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo; porque tú piensas corno los hombres, no como Dios».

La lógica de Jesús es la lógica del amor. Del amor a Dios Padre y, por Él, a todos nosotros. La redención viene por el amor de Dios. Y el amor no admite componendas, medias tintas, ni chapuzas. El diablo te propondrá no amar o amar sólo un poco. Dios ama hasta dar la vida para rescatar la nuestra.

¿Dónde quieres estar hoy? ¿Con Aquel que te ha amado hasta entregarse por ti, o tirado en un sofá haciendo zapping? Tu elijes.

María, nuestra Madre del cielo, supo amar como Dios la amaba. Se dejó seducir completamente. Que ella nos enseña a que nada de nuestra vida esté nunca al margen del amor de Dios.