“Doy cuanto tengo” -dice el generoso.

“Doy cuanto soy” -dice el héroe.

“Me doy a mi mismo” -dice el santo; di tú con él al darte: “Doy conmigo el universo entero”. Para ello tienes que hacerte universo, buscando dentro de ti. ¡Adentro!”

Así expresaba magníficamente Miguel de Unamuno la más alta verdad de nuestra vida: darse.

Escuchemos de nuevo a san Pablo en la Palabra de hoy: “Si con el Espíritu dais muerte a las obras de la carne, viviréis. Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.”

Dos modos hay de existir y se contraponen: la vida según el Espíritu de Dios y la vida según las obras de la carne. Es la vida del donarse contra la vida de una búsqueda continua de sensaciones placenteras, la búsqueda del bien de todos o del bien propio. El imaginario colectivo siempre propondrá que la felicidad radica en los goces y las riquezas que pueda obtener en esta vida. Pero a nadie se le recuerda por lo que tuvo o disfrutó en este mundo, sino por lo que dio generosamente.

Los hijos de Dios son los hijos del Espíritu, los hijos del Don, los hijos de la Luz. Los cristianos somos los testigos de esta luz verdadera: la felicidad está en el darse. La locura está en encerrarse en uno mismo, en su “ego”.

Jesús denuncia a los que se cierran a hacer el bien a los demás desinteresadamente, como ese fariseo que criticaba a Jesús por curar a la mujer en sábado, pero que no tardaría en actuar si temiera perder algún bien propio.

Parece que el egoísmo triunfa en el mundo. Que todo se rige por la lógica del cálculo, del interés , de la lucha por el beneficio personal o social, pero no es así… Vivir dando de sí lo mejor a los demás no es noticia, no suele aparecer en televisión, pero mueve el mundo. Se dona trabajo, sonrisa, perdón, enseñanzas, o sacrificio, se dona esfuerzo cuidando a los mayores; se dona desvelos por los hijos, se dona experiencia a los nietos, se dona mucho consuelo y consejo, se dona mucho voluntariado y limosna solidaria, se dona leyes que protegen los derechos, se dona economía de las familias para sostener a los suyos en crisis, se dona millones de oraciones por las necesidades de todos,… ¡Hay infinidad de dones gratuitos!

Hoy busquemos adentro todos los dones y talentos que Dios nos ha dado, pongámoslos en acto, vivamos dándonos con ese universo que llevamos dentro -como decía Unamuno- y… ¡Gloria a Dios!

Me atrevo a daros hoy un fuerte abrazo y mi oración por vosotros.