A veces hay palabras desacertadas. Por ejemplo, cuando de alguien que no tiene trabajo se dice que está en paro. Desde luego si se queda parado no encontrará trabajo jamás, será un desempleado, pero tiene que estar muy activo. Cuando hablo con alguien que se ha quedado sin empleo le suelo decir que su trabajo ahora es buscar trabajo, y debería dedicarle seis horas al día a hacerlo con toda profesionalidad y competitividad. Una vez conocí un Señor que se pasaba horas y horas en la Iglesia pidiéndole a Dios un trabajo, pero no hacía otra cosa, hasta que le dije que no le iba a contratar de sacristán, así que a rezar un rato y liego a patearse las calles.

Se va acercando el fin del año litúrgico y las lecturas nos van hablando del fin de so tiempos: “El día del Señor llegará como un ladrón en la noche”. No podemos quedarnos parados a ver qué pasa. La vida del cristiano es la antítesis del parado. Tiene que tomar los talentos que el Señor le da y, en seguida, a negociar con ellos. No nos vale el después, e mañana, el en otra ocasión más propicia. Si uno sólo actúa cuando vea que el fina se acerca es como el estudiante que sólo estudia la víspera del examen, seguramente suspenda. El que día a día pone a trabajar sus talentos es el que s fiel en lo poco y, cuando llegue la hora, el Señor de lo premiará.

Hoy también ha querido el Papa que sea un día dedicado a los pobres. No “al colectivo de los pobres,” sino de los pobres concretos, con rostro, con nombre y apellidos. No estoy muy a favor de los pobres que se ponen en las puertas de las iglesias, máxime cuando es como un puesto de trabajo que está reservado y alquilado. Pero también es bonito que la gente sigue pensando que los que van a la parroquia comparten sus bienes. Nunca vi un pobre en la puerta del ministerio de Hacienda.  Tal vez hoy sea el día para hacer el propósito de saber cómo se llama, cuantos hijos tiene, dónde vive. No hoy todos a la vez, que entonces el Mijail de mi parroquia acabará harto, pero que no nos encontremos habitualmente con un pobre y simplemente no exista. Algún talento tendemos para é.

María y José, pobres pero poniendo sus talentos al servicio del Espíritu santo, danos un autentico corazón que vive la misericordia y la caridad.