Hoy es un sábado tranquilo, tan solo un bautizo y las tres Misas de la parroquia. Aprovecharé para ver a algún enfermo. No suele ser así, los sábados aquí están llenos de bautizos, compromisos y, por supuesto, las tres Misas de rigor. Cada día la agenda es más complicada, se va llenando de cosas, y encontrar un día tranquilo es la excepción. Hoy hasta me he permitido dar el día libre a uno de los sacerdotes. Pero no es eso lo normal, lo habitual es que haya previstas un montón de cosas, y vengan otro montón de imprevistos. Entonces uno mira la agenda de mañana y dice. “No sé por dónde empezar.

Lo mismo le pasó a Salomón. Se consideraba un muchacho joven para ser rey, no sabía por dónde empezar y por dónde terminar. El soberbio podría haber pedido cinco horas más a cada día, pensaría: “Yo soy capaz de todo, simplemente me hace falta un poco más de tiempo cada día”. El que tuviese falsa humildad le diría al Señor: “Escoge a otro más válido para el puesto…, que yo me voy al sillón”. El iracundo se enfadaría: “Bastantes cosas tengo yo ya que hacer para añadir más”. Y el perezoso simplemente bostezaría. Pero Salomón es más inteligente, pide un corazón atento y sabio, y recibe además riquezas y glorias. No lo hace como una táctica, le sale de verdad del corazón.

«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Jesús recibe a sus apóstoles que venían de un día ajetreado después de ir de dos en dos. Y Jesús les propone estar un rato a solas con Él. Será sólo el rato de la barca, pues enseguida surge un imprevisto en forma de multitud que andaba como ovejas que no tienen pastor…, pero estuvieron solos en la barca con Jesús.

Si tienes una vida muy ajetreada no te lamentes, ni te enfades ni te duermas. Pide un corazón sabio y comienza el día estando a asolas con Jesús. Tal vez habrá días en que sólo puedan ser unos minutos y llegue tu hija Romualda a contarte lo bien que ha dormido esta noche, o tu feligrés Pancracio a contarte la suerte que ha tenido de conocerse…, pero has estado un rato a solas con Jesús, pidiendo la gracia necesaria para vivir ese día.  Si fuese poco tiempo irás buscando más, y madrugarás con gusto.

Esa es la sabiduría del cristiano. Saber que no puedo, pero Dios lo puede todo en mí. No es cuestión de hacer muchas cosas, sino hacerlas bien, y sólo se hacen bien si Dios nos da ese espíritu de inteligencia, esa sabiduría del Espíritu Santo que sabe Quién está primero en nuestra agenda.

Hoy sábado, de la mano de María, pidamos la sabiduría, la auténtica, la que vale, la que permanece, la que da estar a solas – y en comunidad, en la Santa Misa-, con Jesús. Felicidades Blases y Óscares.