Ayer se confirmaron 53 niños-adolescentes-jóvenes-adultos en la parroquia y se bautizó Hugo con 11 años. Un grupo muy heterogéneo. Cada uno llegó a prepararse de la confirmación por estar en un grupo en la parroquia, porque se lo exigían para casarse, por un aviso en Misa, por la influencia de un familiar…, caminos muy distintos, pero unidos ayer en una sola celebración, larga y solemne, donde recibieron el don del Espíritu Santo.

Cada uno de nosotros podemos preguntarnos: ¿Cuándo ha venido Jesús a mi vida? A muchos desde la infancia, otros lo olvidaron en la juventud y luego se han vuelto a encontrar con Él, otros de mayores… Cada uno en su momento, tal vez buscando otras cosas, tal vez por interés propio, por un papel que se le exige para casarse o para ser padrino o madrina, y en vez de un papel se encuentran con el Espíritu Santo.

Confirmarse en se testigo de Cristo por el don del Espíritu Santo. No es un mundo fácil para ser testigo, te arriesgas como Esteban a ser criticado y juzgado, y tal vez condenado. Pero el rostro de Esteban les pareció el de un ángel. Cuanta gente está necesitada de paz interior para tener paz exterior. Cuantos rostros crispados y enfadados, preocupados o despistados encontramos en nuestra caminar. Y que pocos rostros que trasmitan paz, serenidad, alegría, esperanza. ¡Cuanta gente lejos de Dios!

«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios»

Podríamos decir que “gracias a Dios” ya no es una ventaja ser cristiano, incluso eres objeto de burla. Ya si lo podemos buscar a Dios es por pura gratuidad, como Él siempre nos ha encontrado a nosotros. Creer en el que él ha enviado. Ser creyentes, mas creyentes, mejores creyentes, esa es nuestra tarea. No buscar aplausos ni beneficios, encontrarnos tal vez con la cruz, y sobre todo ser testigos de Cristo.

Esto da muchísima libertad. “No me mueve mi Dios para quererte…” Pues en esta Pascua, libremente, desde la alegría de la resurrección seamos testigos de Cristo, no tengamos miedo de dar testimonio con mucho valor. No tenemos nada que perder y sí que ganar a Cristo. Que María nos ayude a ser creyentes y testigos. Tal vez no sepa cuándo a venido el Señor a mi vida, lo que sé es que no le dejaré