Una de las sensaciones más confusas que he tenido, ha sido en la facultad con mis compañeros, cuando al conocernos y sentarnos juntos en clase ibas descubriendo después de varios cursos que algunos también eran cristianos y tenían fe como tú. Normalmente de primeras, y de segundas, lo ocultamos e intentamos pasar desapercibidos, como uno más. Era muy raro que se hablara del tema si no era para mofarse.

Esta ha sido la práctica de la inmensa mayoría de los católicos en España en las últimas décadas. Es como si estuviéramos acobardados, hemos tenido complejo de ser quien somos. Por ello, hemos preferido diluirnos y pasar desapercibidos, para no ser rechazados por la sociedad. Ahora entendemos las consecuencias. Tenemos una secularización imparable que está vaciando las iglesias como un arma de destrucción masiva.

Esto también ha ocurrido en los trabajos, los lugares de vacaciones, en los bares, etc. Es cierto que las cosas están cambiando, en todos los sentidos, y las nuevas generaciones de cristianos de nuestras comunidades son más directos, transparentes y naturales en su fe. Pero la desaparición de familias de vida cristiana es tan importante que se está reflejando en la práctica dominical, las catequesis, las comunidades, las parroquias y las vocaciones. La sensación es que cada vez somos menos ¿Qué esta pasando?

Bernabé y Pablo cuentan a su regreso de sus viajes por muchos lugares, los prodigios del Señor y sus logros, las maravillas que han vivido en la evangelización de esas gentes. Pero no dejemos pasar de largo que a Pablo le apedrearon en una de las ciudades, dándole por muerto ¿Y que hicieron los cristianos de allí? Apoyarle y ayudarle a levantarse para seguir su misión. No se acobardaron, ni se escondieron, ni se diluyeron entre la masa. Jesús lo advierte en el evangelio de hoy, va por delante. Su misión es entregarse, morir y resucitar por nosotros para enviarnos, levantarnos y darnos la fuerza necesaria para poder llevar esta salvación a todos.

Igualmente, tenemos que enfrentarnos al mundo y sus poderes, que ya están vencidos por Él, para transformarlo con nuestro testimonio y la fuerza del Espíritu que obra todo en todos: Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Muchos católicos o bautizados, no han entendido que ante la dificultad, el error es echarse atrás, rendirse o huir: Tus amigos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado, nos dice el salmo 144 de hoy. La paz de Cristo que nos da continuamente a los que estamos cerca de él, a los que permanecemos unidos, es la que nos da fuerzas y nos levanta para enfrentarnos a la incomprensión, al sectarismo ideológico o racionalista, a superar cualquier dificultad y perseverar en la fe, pasando muchas tribulaciones por el reino.

¿Todavía no te has enterado? ¿A qué esperas para salir del armario religioso? Deja de marear la perdiz. Deja de vivir acobardado.