san Pablo a Timoteo 2, 8-15 

Sal 24, 4-5ab. 8-9. 10 y 14  

san Marcos 12, 28b-34

-«Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» La respuesta de este escriba no deja de estar llena de sabiduría, aunque parezca que repite lo que dice Jesús. A fin de cuentas el pueblo de Israel es el pueblo escogido, e inteligencia no les falta. El escriba añade que amara a Dios y al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.

Me ha llamado la atención los significados tan diversos que tiene la palabra “holocausto” en el diccionario. Copio: 1. m. Gran matanza de seres humanos. 2. m. Acto de abnegación total que se lleva a cabo por amor. 3. m. Entre los israelitas especialmente, sacrificio en que se quemaba toda la víctima. El escriba se refería ala tercera acepción, todos rechazamos la primera y hoy nos fijamos en la segunda, la que tiene sentido desde Jesucristo. “Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna. Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.” La felicidad de la que hablábamos al principio viene del holocausto, de la entrega total por amor. Si alguien ve que su entrega no será completa, que se guardará cosas para sí que no se case, ni se ordene, ni haga los votos. Hasta que no estemos dispuestos a la entrega completa mejor no hacer experimentos.

Que la Virgen María nos ayude a correr detrás de la felicidad, de la entrega completa, sin miedos, y a encontrarla a los pies de Cristo.