Hoy celebramos la fiesta de San Bernabé, Apóstol. Benedicto XVI, en enero de 2007, dedicó una catequesis a glosar su figura, unto a la de otros colaboradores de san Pablo en sus misiones. Decía el Papa: “Tenemos que reconocer que el Apóstol es un ejemplo elocuente de hombre abierto a la colaboración: en la Iglesia no quiere hacerlo todo él solo, sino que se sirve de numerosos y diversos compañeros.”

Dios nos ha llamado a formar un pueblo. Eso significa que quiere que nos llama a participar de una misma salvación y también a vivir, ya en la tierra, en comunión. El Papa Francisco, hablando de la santidad en Gaudete et Exsultate, también ha recordado que debemos fijarnos en que Dios nos llama a través de muchas relaciones que incluyen a los santos canonizados y también a las personas con las que caminamos en la vida y en la iglesia.

Bernabé trabajó con Pablo Al principio fue el garante de que Pablo, antiguo perseguidor de cristianos, había abrazado la fe, aunque después se separaron por una pequeña discusión a causa de un tercero, Marcos. Al respecto decía Benedicto XVI: “Los dos, Pablo y Bernabé, se enfrentaron más tarde, al inicio del segundo viaje misionero, porque Bernabé quería tomar como compañero a Juan Marcos, mientras que Pablo no quería, dado que el joven se había separado de ellos durante el viaje anterior. Por tanto, también entre los santos existen contrastes, discordias, controversias. Esto me parece muy consolador, pues vemos que los santos no «han caído del cielo«. Son hombres como nosotros, incluso con problemas complicados. La santidad no consiste en no equivocarse o no pecar nunca. La santidad crece con la capacidad de conversión, de arrepentimiento, de disponibilidad para volver a comenzar, y sobre todo con la capacidad de reconciliación y de perdón.”

Vemos pues, que Dios no elige ya a las personas que son perfectas para encargarles una misión, sino que en la misma actividad que les encomienda los va perfeccionando. Francisco también ha insistido en ese punto. Hay que dejarse transformar por Dios. Partimos de la confianza en su amor y de la certeza de que nunca nos abandona. Así podemos ir abriendo nuestro corazón para que Él cada vez se haga más presente en nuestra vida. Con Él podemos afrontar las dificultades y descubrir que el Señor realiza obras grandes en nosotros.

Por otra parte san Bernabé nos recuerda que nuestra vida debemos orientarla a la edificación de la Iglesia y que, a ello, hemos de anteponerlo todo. Eso lo realizó san Bernabé quien, además, al salir en defensa de Pablo, en un momento difícil para este, demostró su grandeza. Porque con ese gesto mostró que lo primero es el Reino de Dios y que, estar a su servicio, significa potenciar a todos los que pueden contribuir al bien del Evangelio. Bernabé lo acompañó en su primer viaje apostólico y aunque posteriormente sus caminos se separaron ambos están en los orígenes de la Iglesia como columnas sobre las que se ha ido edificando.

La contemplación de la vida y misión de los apóstoles es para nosotros un acicate. En ellos recordamos que nosotros también estamos llamados a ser misioneros con nuestra vida. Que María, Reina de los Apóstoles, ruegue por nosotros.