Tenemos el mundo a un clic. Con Internet estaremos hoy pendientes en directo del rescate de esos niños aislados en unas cuevas en Tailandia, del estado de los cristianos en Oriente Medio, de las palabras del Papa en el Ángelus, de la evolución de Rocío que tuvo un grave accidente y por la que hay que rezar, hasta del estado de nuestros seres queridos que se encuentran de vacaciones. Alguno puede pensar que tenemos el mundo en la palma de la mano y que todo está muy cerca. Sin embargo creo que cuanto más nos enteramos de todo lo que ocurre a lo largo del mundo y con tanta inmediatez, deberíamos sentirnos más pequeños, ante tanta necesidad nuestra capacidad de “hacer algo” es cada vez menor y, en ocasiones, estamos tan pendientes de lo que pasa lejos que se nos olvida mirar al que tenemos al lado.

«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa» Muchas veces ante las tragedias nos preguntamos: “¿Qué podemos hacer?” y se nos olvida la primera respuesta del cristiano: Rezar. 

La oración no es tirar balones fuera o escurrir el bulto. Ante las noticias que leemos o que llenan nuestra vida tenemos que responder con la oración: Ya sea oración de acción de gracias, de alabanza o de petición o de imprecación. Y de esa oración nos vendrán las mociones del Espíritu Santo para saber qué hacer a continuación. Puede ser un envío como le de Ezequiel, “yo te envío a los hijos de Israel, un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí”, una ayuda material, un poco de tu tiempo o redoblar la oración. La respuesta será distinta en cada caso, pero siempre comienza con la oración.

Puede perecer poca cosa, quisiéramos ser los salvadores del mundo y es muy fácil que el aguijón de la soberbia se clave en el alma. Los cristianos ente nuestra impotencia recurrimos a la omnipotencia de Dios: “«Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad».

Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo.

Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Y confiamos plenamente en que Dios da respuesta a la debilidad, incluso al mal que siembra el pecado, y dará respuesta a nuestras plegarias. Tal vez no la respuesta que nosotros esperamos, pero un día comprenderemos cómo es la respuesta de Dios. 

Tal vez pensemos que pedir oraciones es algo anticuado, viejo y bastante cómodo. Tantas veces se han metido con los cristianos por rezar que “estamos saciados de desprecios, del sarcasmo de los satisfechos y del desprecio de los orgullosos”. Sólo lo sus e se creen fuertes desprecian la oración y comentan la situación mundial sentados en su sillón. El que reza pide luces al Espíritu Santo y rezando dice al Señor: “Aquí estoy, mándame”. La oración compromete nuestra vida, no nos aleja en absoluto de las situaciones de las personas.

Pidamos ala Virgen por las necesidades del mundo entero. Que Jesús no tenga que asombrarse de nuestra falta de fe, que no tenga que decirnos: “Hiciste muchos clics, pero rezaste poco”. Que este domingo le pidamos al Señor ser muy rezadores, y en nuestra debilidad Dios hará maravillas en este mundo nuestro, tan descreído.