Septiembre es el mes de poner en marcha la parroquia para el nuevo curso. Todo tiene que estar preparado y los grupos formados y los voluntarios encontrados. A nosotros nos lleva mucho tiempo apuntar a los niños a catequesis, son muchos y este mes dedicamos más de 25 horas simplemente que vengan a firmar la ley de protección de datos. Esta  semana será una semana de discusiones, ya estoy mentalizado, pues vendrán todos los que empiezan tarde la catequesis (no se apuntaron en los anteriores), y escucharé mil motivos y excusas para hacer un año menos de catequesis…, pero va a ser que no. Entonces empiezan los ataques: “Así quieren acercar a los niños a Jesús”, “Parece mentira que ustedes sean así”, “Pues en otras parroquias hacen…”, y mil argumentos más que, sinceramente, me dan mucha pena. Esos padres traen a sus hijos a comer el pan y beber el cáliz para proclamar la muerte del Señor, hasta que vuelva. Pero empezamos discutiendo y creando división.

Sin duda alguna los enemigos de la Iglesia quieren una Iglesia dividida, que discute en su seno y se tiran los trastos a la cabeza. Parece que están haciendo una buena labor. Pero no hay que tener miedo. Antes de comulgar los sacerdotes partimos el Cuerpo de Cristo, ese Cuerpo roto y partido por nuestros pecados, y luego introducimos una pequeña parte de ese Cuerpo roto en el interior del cáliz que contiene la Sangre de Cristo. Ese gesto que pasa tan desapercibido muchas veces, significa que ese cuerpo partido, resucita. Se vuelven a unir el Cuerpo y la Sangre y Cristo vuelve glorioso.

El criado enfermo, a punto de morir, es sanado por la acción de Jesús a petición del centurión. Y le mandará a unos amigos a decirle esas palabras que repetimos antes de acercarnos a comulgar: “No soy digno de que entres bajo mi techo…, dilo de palabra y mi criado quedará sano”. 

Ante la división de la Iglesia la gran solución es celebrar y vivir mejor la Eucaristía, asistir más frecuentemente y con más fervor a la santa Misa. Por eso el demonio se empeñará en que haya Misas directamente sacrílegas, o que las llenemos de tantos signos y dinámicas que nos distraigan de lo que hemos ido a hacer allí, de la tradición que hemos recibido. Pero no nos dejemos despistar. 

Algunos pensarán que esto es espiritualismo y que lo importante es hacer comisiones, comités, estudios de análisis de la realidad o congresos variados. Si creen que ellos pueden sanar con su poder…¡adelante!, que organicen todo lo que quieran…, pero que no me hagan perder el tiempo. Sólo Dios salva y nos une en torno a su altar. 

Que la Virgen Madre de la Eucaristía nos ayude a no dar escándalo al mando sino al Único que salva. Y con un poco de suerte no discuto con nadie hoy.