La primera frase de la primera lectura de hoy es verdaderamente clara y rotunda: «Hijo mío, no niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano hacérselo».

No es fácil cumplirla, es verdad, pero queda de manifiesto que el Señor se encarna en los necesitados al decirnos que lo que hagamos a uno de los más pequeños, es decir, quienes son dependientes, a Él se lo hacemos.

Hoy es un gran día para hacer examen de conciencia acerca de lo que hacemos o dejamos de hacer cuando alguien se acerca a nuestro lado mendigando lo que sea. Bien sea atención, cariño, algo material… cualquier cosa puede ser. Lo que Dios nos pide es que venzamos nuestras comodidades y pongamos nuestros dones al servicio de los demás. Si recuerdas bien, en otro lugar, la Escritura dice que lo que recibisteis gratis lo debemos dar gratis. Por tanto, todo lo que nos ha concedido Dios, siempre de manera incondicional y gratuita, ha de ser ofrecido al prójimo sin condiciones.

¿Recuerdas un caso como el del barco Aquarius? Es un ejemplo de cómo la Iglesia, en este caso a través de su brazo social, Cáritas, acoge cuando unas personas, independientemente de su raza, condición y religión, acoge cuando las vidas corren peligro. Porque, más allá de problemas y réditos políticos, la vida es un valor que vale siempre más.

Sin irnos a casos extremos, alrededor tuyo, seguro, hay gente que necesita de lo tuyo o de ti. Reza por ellos, ponlos en las manos de Dios y, después, analiza si puedes hacer algo más, si puedes ser las manos o la boca de Dios para ellos.