El salmo de hoy es una aclamación al Señor de alguien que sabe que lo más profundo de su corazón anhela vivir de la voluntad de Dios, cumplir sus mandamientos, pues sabe que, en ella, está su verdadera plenitud.

Realmente, cada estrofa del mismo podría darnos materia de oración y contemplación para el día de hoy, pero nos vamos a quedar con la última: cumpliré sin cesar tu voluntad por siempre jamás.

¿Tenemos esa actitud interior o estamos lejos de ella?, ¿somos conscientes de que la debemos pedir porque es un don Suyo?, ¿la queremos de verdad? Recuerda la oración que Israel repite al Señor dos veces al día y que, todavía hoy para los cristianos es plenamente actual: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que hoy te digo las guardarás en tu corazón. Se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas en todo momento.

Sólo quien procura vivir así puede alcanzar el gozo de aclamar en alto que quiere cumplir la voluntad de Dios por siempre jamás. No tengas miedo a abrirle tu corazón en la oración, en la confesión, en el acompañamiento espiritual. ¡Él está deseando que lo hagas para que, como dice otro salmo, corramos por el camino de sus mandatos cuando nos ensanche el corazón!

Decídete a vivir para Él, para su voluntad. No te arrepentirás. ¡A por ello!