Una de las reflexiones más habituales entre la personas que vuelven a la comunidad cristiana, a la Iglesia Católica, es me he olvidado de Dios durante este tiempo. Alejarse de la vida de fe es alejarse del Señor, porque si tu fe no se vive ,no sientes, ni crees en el Viviente. El vertiginoso ritmo de vida actual, la multitud de distracciones, alicientes y estímulos que nos rodean en el día a día, provocan cada vez más que sea muy fácil, y casi sin darte cuenta, el olvidarte del Señor. Los bombardeos consumistas y los espiritualismos comerciales de las nuevas modas, hacen que se nos olvide el rostro de Cristo en tu experiencia de fe personal.

Guárdate de olvidar al Señor, tu Dios, no observando sus preceptos, sus mandatos y sus decretos que yo te mando hoy, nos dice el Deuteronomio. Porque cuando nuestra fe no se vive, no crece y el indicador objetivo que nos puede ayudar es que dejamos de observar sus mandatos, no le tenemos en cuenta, no le preguntamos, no buscamos su voluntad, sino la de otros o la nuestra propia. Así, las consecuencias, siempre son desastrosas. Por desgracia, esto ya es muy común en el primer mundo, en nuestros pueblos. Tenemos tantas cosas materiales, deseamos tantas cosas materiales y hedonistas a veces, que se engría tu corazón y olvides al Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud. No está mal que no nos falte de nada, sino, que no seamos agradecidos y generosos. Está mal la autosuficiencia y la soberbia, como el egoísmo.

Nunca nos va a faltar de nada si sabemos pedir, y pedir a quien es un Padre bueno, mejor que nosotros. Lo malo es que no somos agradecidos y nos creemos poseedores de lo que se nos ha dado o confiado, lo creemos tener por propio mérito y no compartimos, acumulando y haciendo que otros se queden hasta sin lo más básico. Por ello, hoy nos dice San Pablo en la carta a los Corintios: En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Acabar con este olvido  ayudar a otros que termine su olvido. Todo procede de Dios y saber vivir con este reconocimiento es fundamental para vivir de verdad y acertar en nuestras elecciones, para tener actitudes que nos hagan la vida un poco más feliz, que hagamos a los demás la vida un poco más feliz. No puede ser más claro Jesús en el evangelio de hoy. ¿Por qué confiamos tan poco en Dios? ¿Por qué es tan pequeña nuestra fe? Si Dios es el mejor Padre, el más perfecto, el que nunca te va a negar nada bueno verdaderamente par ti. ¿Te has olvidado de ello?