El anhelo de la amada buscando el rastro del amado, como leemos en la primera lectura de hoy, debería ser el ansía viva de la Iglesia en la búsqueda de Cristo, aunque para ello tendríamos que despojarnos de todo lo material que nos acompaña para poder correr libres de ataduras por montes y valles en la búsqueda del Maestro. Y cuando la amada, imagen del alma que busca al amor absoluto, encuentra al amado escuchará los arrullos amorosos que invitan a la unión íntima y total con el Amor.

Pero, qué difícil es despojarse de todo lo material, no estar apegado a comodidades, deseos de tener, estar comparándonos constantemente con otros para tener más. ¿Quién no quiere progresar, ascender? El ambiente. las claves de este mundo, lo aparente, lo superficial, tira mucho de las personas, siempre es atractivo. Esto sólo se puede superar y dejar atrás cuando Cristo y el ser humano se encuentran. Cuando le conocemos somos capaces de liberarnos de todo lo que nos está engañando, ofuscando, esclavizando en lo efímero, porque quien conoce la Belleza, el Amor absoluto, va a perder toda apetencia por lo de este mundo y descansa su alma.

Vemos hoy el ejemplo de Isabel y María. Isabel es la esposa de un sacerdote del templo y María no es otra cosa que la esposa de un carpintero, con criterios humanos nos resultaría fácil elegir al más importante de los dos niños que van a nacer. Sin embargo Isabel reconoce la superioridad de María y el hijo que se desarrolla en su seno y es capaz de decir: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?. Isabel se coloca en un plano inferior a María, y ésta nos da una lección de lo que es importante a los ojos de Dios. La actitud de servicio al prójimo, en este caso a Isabel y su familia, es la que parece primar sobre todas las consideraciones humanas que pudiéramos tener. María demuestra que aquel su sí, debe traducirse por un servicio al otro. Ha alcanzado, el conocimiento de su propia humanidad, que allá en lo profundo de su ser, le permite conocer y vivir la divinidad.

¿Cuál es nuestra actitud con los demás, en nuestra vida? Si nos hemos encontrado de verdad con el Señor, entonces, es la de buscarle sin parar para estar con Él, es el deseo de unirse al amado. Y para ser importantes a los ojos del Señor, hay que ser servidores. Servir a los demás porque le servimos a Él, viviendo el seguimiento y la misión que nos muestra.