15/01/2019 – Martes de la 1ª semana de Tiempo Ordinario.

¿Con qué autoridad?

¿De qué tipo de autoridad nos habla Marcos en su Evangelio al referirse a Jesús?

  • Desde luego, no se trata de la autoridad formal, potestativa, de la autoridad que ejerce el poder a través de la fuerza de la coacción, con o sin un reconocimiento jurídico (“autoridad de jurisdicción”) que de un modo o de otro se da en todas las sociedades desde la antigüedad. A Jesús le llaman maestro, porque ven en el un magisterio humano y religioso sin precedentes, pero no es un maestro oficial del estamento religioso del pueblo de Israel, y evidentemente no tiene nada que ver con el poder político de las autoridades romanas.
  • ¿Se trata entonces de una autoridad moral? Entendemos como tal aquella que se impone mediante la coherencia que un individuo muestre entre sus palabras, sus valores y sus acciones. Como tal, la autoridad moral surge de nuestras acciones, de la manera en que mostramos a los demás, de la manera en que nos conducimos, tomamos decisiones y actuamos. Estaríamos desde luego mucho más cerca de este tipo de autoridad para entender lo que nos quiere decir el Evangelista. Pero no habríamos acertado al cien por cien.
  • La autoridad de Jesús es otra cosa. Es por su puesto una autoridad arropada por el prestigio de sus seguidores, pero también reconocen su autoridad quienes no le siguen pero le temen, e incluso reconocen su autoridad los espíritus malignos.
  • La autoridad de Jesús es la autoridad percibida de algún modo de la presencia misteriosa de Dios. Es la autoridad de Dios. Lo que cautiva a sus discípulos, lo que atrae a las gentes de Jesús, es que habla no como un hombre más, sino como Dios. Él es la Palabra de Dios y los que se encuentran con él (todos los encuentros personales con Jesús en el Evangelio dan testimonio de ello) lo perciben y quedan sobrecogidos. Pedro lo dirá más claro que ninguno en su confesión: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Jn. 6,69).

¿Qué autoridad reconoces en Jesús? Si es una autoridad formal, aún vives una de una fe heredada e impuesta, no libre y personal. Si es sólo una autoridad moral, reconoces algo grande en Jesús, pero aún no es del todo “tu Dios”. Si sientes lo mismo que el anciano Simeón, que Nicodemo, que la Samaritana, que Mateo, que los ciegos y cojos curados por Jesús, que los apóstoles, que María, entonces la autoridad de Jesús será para ti la autoridad del Amor verdadero, la autoridad de Dios-Amor.