19/01/2019 – Sábado de la 1ª semana de Tiempo Ordinario.

¿Miro a los ojos a Jesús cuando me llama?

Contemplad como el maestro Caravaggio nos narra la escena del Evangelio de hoy en su magnífico cuadro “La vocación de San Mateo” que está en la Iglesia de San Luis de los Franceses en Roma:

  • La luz penetra en la estancia cuando entra Cristo. Es direccional, no ambiental. Los personajes están en la oscuridad y son rescatados, salvados, y llamados a la existencia. Es una presencia de lo divino, porque Dios es luz y es misterio: la fuente de la luz esta fuera del cuadro. La vocación es siempre eco de la voz de Dios que se adentra en nuestra oscuridad.
  • El espacio. Dos espacios verticales: el superior casi vacío, con la ventana que es apertura a otra realidad, origen y destino de la llamada. El espacio inferior es la vida cotidiana, donde se da la llamada. Y dos espacios horizontales: De izquierda a derecha la mirada de los recaudadores. Uno parece el joven rico, otro representa la avaricia, otro parece dispuesto a defenderse, otro sigue con las monedas y no puede ver lo que pasa. De derecha a izquierda Cristo mira a los ojos a Mateo.
  • El tiempo: El Evangelio dice que Jesús le dice a Mateo: “Sígueme”. Y que “él se levantó y lo siguió”. Aunque el cuadro no muestra este movimiento, lo presenta. Nadie se mueve. La acción se interrumpe. El poder está en la suspensión de la acción. Es la crónica de que la irrupción de la gracia interrumpe la acción humana.
  • Las manos de Jesús: Una es como la de Adán en el Miguel Ángel de la Capilla Sixtina. Representa la nueva creación. La otra es la mano abierta al que contempla el cuadro, para comprometerlo en él. La llamada es sólo de Cristo pero la mano de Pedro explica que es para la Iglesia, representada por él, pero con un rostro no terminado para que podamos ven en él otros rostros.
  • Las miradas: Jesús mira a quien todo lo tienen medido y controlado, como es un contable. Mirada de conmoción que levanta, cura, genera esperanza. Y el único personaje que mira a Jesús es Mateo, iluminado por la mirada de Jesús. Expresa arrebato, seducción, afecto a aquel que lo llama. Ya no es el recaudador, sino el llamado. La llamada nos descubre a nosotros mismos.

Dice el teólogo Von Balthasar que sólo hay una manera de pasar ante Jesús y no verlo: ocultándose. Mateo no lo hizo. ¿Y tú?