Comenzamos esta semana con la conmemoración de la Virgen de Lourdes protectora de los enfermos, y titulamos esta breve reflexión con la expresión «Al pie de la Cruz», así a los pies de las camas en los hospitales, al lado de los que sufren por las enfermedades se encuentra la Virgen María, sosteniendo  entre sus manos, las manos débiles, enjugando las lágrimas, y acogiendo en su corazón de Madre los anhelos y las esperanzas de todos lo lloran su dolor.

Hoy reflexionamos junto a ella, que desde Lourdes, bendice a la humanidad sufriente. Dios creó las cosas buenas, así dice el relato del Génesis que vamos a leer a lo largo de toda la semana, sin embargo hoy, cuando miramos el sufrimiento y el dolor de nuestros hermanos que sufre podrían entrarnos dudas, podrían temblar nuestras palabras o nuestros corazones. Las dudas son razonable en los itinerarios de la fe, lo que no es razonable es dejarse vencer por ellas, lo que no es razonable es dejar de creer cuando no entendemos. La Fe es un encuentro con Cristo, un momento de encuentro con una persona que da la vuelta a todas las categorías desde las que miramos el mundo, a todas las categorías desde las cuales vivimos y evaluamos la vida, la Fe es un encuentro de amistad.

Y así se ve en el Evangelio de hoy en el cual se afirma «cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevan los enfermos» es precisamente el encuentro con Jesús el que sanaba, y sigue sanando hoy los corazones afligidos, los cuerpos enfermos, es precisamente el encuentro con Él lo que nos cambia la vida, es su amor misericordioso el que cambia nuestros ojos y nos permite ver más allá.

Hoy el dolor, el sufrimiento son realidades a las que damos la espalda, no queremos ni oír hablar de ellas, sin embargo, son el camino por el cual el Redentor nos llevó a la libertad, que profundo es el misterio del dolor y que poco nos atrevemos a contemplarlo, ojalá que nuestra oración hoy nos permita abrir los ojos ante el amor misericordioso de Dios, nos permita descubrir su presencia amiga junto al lecho del dolor o al trance de la enfermedad, y leamos en ese misterio doliente el misterio de la redención.