“Laetáre, Ierúsalem, et convéntum fácite, onmes qui dilígitis eam”. ¡Alégrate, Jerusalén, reuníos todos los que la amáis! Así reza la antífona de entrada de la Misa de hoy. En mitad de la cuaresma, el rigor del morado se rebaja hasta quedar rosa, para manifestar la alegría que hoy la Iglesia experimenta por el paso redentor del Señor: Él derrama su abundante misericordia y pone ante nuestra mirada la vía del perdón, la reconciliación. Así dice la oración colecta:

«Oh, Dios, que, por tu Verbo,
realizas de modo admirable la reconciliación del género humano,
haz que el pueblo cristiano se apresure,
con fe gozosa y entrega diligente,
a celebrar las próximas fiestas pascuales».

Comentaremos algo después. Ahora vamos con el evangelio.

Cada vez me convence menos el título de “parábola del hijo pródigo”, porque en realidad los tres protagonistas se merecen estar en el título de algún modo:

1) El hijo menor centra la mayor parte del relato y ha dado nombre a la parábola. Su itinerario muestra el proceso de la tentación y la caída en el pecado, la mundanidad; muestra después el camino interno de la conversión del corazón cuando se topa con la soledad en que le ha dejado el mal: ve su desarraigo. Su proyecto de autosuficiencia ha acabado en la cuneta.

2) El hijo mayor, porque simboliza la actitud de quien está dentro, pero su corazón está fuera. Es una piedra de río: mojada por fuera, seca por dentro. Y en el momento crucial, pasa la factura a su padre: ¡el hijo mayor también pide a su modo la parte que le corresponde de la herencia! Llevaba una procesión por dentro y acaba de sacársela. Vaya chasco se lleva su padre: resulta que su hijo mayor también estaba fuera de casa.

3) El punto de unión de ambos hijos es el corazón del padre, porque simboliza el hogar, la roca firme que fundamenta nuestra vida, nuestra existencia: el lugar que nos ve nacer, crecer, desarrollarnos y morir. El pecado nos desarraiga de nuestra vocación fundamental de construir y formar parte de un hogar, la casa del Padre, que es la comunión en la Iglesia. El padre está lleno de sabiduría y tiene palabras y gestos que ayudan a ambos hijos, cada uno en su situación particular, a ver lo desafortunado de sus actos, y sobre todo de los errores de su corazón. No los culpa: con la abundancia de su afecto les indica qué solos están sin él. Al hijo menor llama la atención que no le dice ni una sola palabra: son todo órdenes a sus criados. En cambio, con el hijo mayor tiene una conversación del todo necesaria y le expone con cariño su error.

Nuestro Padre Dios busca siempre nuestro bien. Se entristece de nuestra frialdad, de nuestros desvaríos, pero tiene siempre la esperanza de volver a contemplar cómo nuestro amor vibra de nuevo con el don de la conversión. Desea ver en nosotros una criatura nueva, restaurada, limpia, con anillo y sandalias. El pecado nos arrastra por el polvo, nos deja como míseros vergonzantes.

La oración colecta subraya dos aspectos de la conversión. Dice una fe “gozosa” y una entrega “diligente”. Puede haber una fe muerta, gris, rutinaria, o incluso avinagrada. Y también una entrega como la del hijo pródigo: voluntarista, fría y, por lo tanto, distante. El gozo y la diligencia (del verbo “diligere”, amar) indican una cabeza y un corazón vibrantes, llenos de luz y de alegría. Son dones que brotan cuando uno se reconcilia con Dios, cuando es humilde y reconoce su pecado, lo ve. La fe gozosa y la entrega diligente brotan de un corazón reconciliado.

Sólo el perdón de Dios y su mirada misericordiosa arranca de nuestras almas la paz verdadera del corazón. Y también una sonrisa que no hay quien nos la quite de la cara. Cuando nos encontramos con el amor que Dios nos tiene, volvemos a tener la inocencia de los niños y a disfrutar de todo como ellos y a confiar como ellos. Quizá lloremos mucho nuestras miserias, pero será en el regazo seguro del Señor, del que no queremos separarnos más.

¿Has recibido ese abrazote de tu Padre Dios? ¿Estás alegre en lo profundo del alma? ¡Saca la procesión que llevas dentro! ¡Confiésate bien, bien, bien! Y si necesitas ayuda para prepararlo, pulsa aquí.