Celebramos hoy primero de mayo la fiesta de San José Obrero, esta conmemoración nos pone en contacto con una doble dimensión, primero con la figura de José, que como los grandes santos en la vida de la Iglesia tiene dos conmemoraciones, y segundo con la realidad el trabajo.

Es peculiar la expresión que en el himno de este día proclamamos en las Laudes dice:

«Y pues que el mundo entero te mira y se pregunta,
di tú como se junta ser santo y carpintero»

Por suerte se puede, durante un período muy amplio de la historia de la humanidad el trabajo manual era despreciado, tarea de esclavos y poco iniciados, sin embargo hoy, y especialmente después de la encíclica Laborem excersens de San Juan Pablo II, el trabajo no solamente no ensucia al hombre o le hace indigno, sino todo lo contrario le dignifica.

Es cierto que las condiciones en las cuales se desarrolla ese trabajo son determinantes para saber si el trabajo dignifica o esclaviza al hombre, y hoy es un buen día para orar y también protestar contra las situaciones de injusticia que en esta materia estamos acostumbrados a ver. El trabajo dignifica al hombre y a la mujer cuando contribuyen a su desarrollo y le procuran el justo sustento a sus esfuerzos, así pues deberíamos denunciar cualquier forma de explotación por sutil que sea.

La justicia social, que es parte fundamental del mensaje evangélico desde la predicación de la fraternidad universal, es a veces monopolizada por ideologías materialistas que quieren encerrar a Dios en las sacristías, debemos revelarnos ante esto y recordar que durante su vida los pobres son los principales protagonistas de la predicación de Jesús. Olvidarnos de esto sería olvidar que Jesús vino a traernos la salvación, que vino a liberar a los oprimidos, y aunque hay muchas formas de opresión, la económica es una de las principales.

La fiesta de San José obrero nos ayuda también a preguntarnos sobre nuestra propia actuación, invita a los empresarios a los patrones a preguntarse ¿cómo trato yo a mis empleados?… ¿puedo ver en este trabajador a San José o al Señor que Jesús, si fuesen ellos les trataría así?… Sí economía y fe deben ir de la mano, porque la fe no es una propuesta del fuero interno, sino una invitación a vivir, trabajar, querer… de una forma distinta, y ahí es donde se da la verdadera revolución del amor.