Cuando me encuentro en los diferentes momentos de la vida con este relato del evangelio de Juan, se me queda resonando en el corazón la pregunta que le dirige Jesús al paralítico: ¿quieres quedar sano?, inmediatamente antes el evangelista nos dice que el enfermo llevaba 38 años enfermo, este detalle podría llevarnos a pensar, qué cosas tiene Jesús 38 años postrado y le pregunta si quiere sanarse, pero cómo no va a querer, sin embargo la respuesta del paralítico no es un sí categórico o una súplica, más bien es una excusa, el paralítico a la pregunta clara de Jesús responde con una evasiva, justifica estar postrado, justifica no haber sido curado todavía.

Sin duda no es la respuesta que esperábamos. Sin embargo, a lo largo de mi ministerio he tenido la suerte de poder escuchar a cientos de personas, he podido confesar en diversos lugares, y he podido reconocerme a mi mismo como el paralítico, que ante la pregunta directa de Jesús respondo con evasivas, respondo con justificaciones, me escabullo de mi responsabilidad.

¿Quieres ser curado? esta pregunta adquiere una perspectiva nueva en el tiempo Pascual, podríamos traducirla por ¿quieres ser salvado? Creo que el gran drama hoy sería que muchos de nuestros hermanos, a veces nosotros mismos, desconocemos de qué tenemos que ser salvados, y por eso no deseamos con todas nuestras fuerzas la salvación, no deseamos con todas nuestras fuerzas que Jesús nos salga al encuentro y nos pregunte, preferimos estar postrados a levantarnos y enfrentarnos a un futuro incierto.

El paralítico acomodado en la queja, en la comodidad de su incapacidad era incapaz de si quiera de responder si quería ser salvado, nosotros tan acomodados en nuestras estructuras muchas veces ni nos damos cuenta de que estamos postrados y no podemos caminar.

Que la luz de la Pascua pueda iluminar nuestras oscuridad y que podamos responder con firmeza, con fe, sí Señor quiero ser salvado.