“Enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón”. Saber escuchar es algo más que una virtud. Es una disposición permanente para estar atentos a lo que nos rodea, en especial a aquellos que necesitan ser escuchados.
A veces nuestro comportamiento se asemeja al de un auténtico autista. Vamos a lo nuestro, y poco nos importa lo que otros puedan decir. Curiosamente, el gran avance de los medios de comunicación va en dirección inversamente proporcional a la actitud comunicativa del ser humano. Nos atropellamos en las palabras, dejamos de escuchar lo que no nos interesa, e intentamos imponer nuestras opiniones sin haberlas contrastado previamente.
Escuchar es muy distinto a oír. Los animales también oyen, pero prestar atención a lo que se dice y, de esta manera, elaborar un juicio inteligente sobre lo escuchado, sólo es propio de la condición humana. Para el cristiano es vital saber escuchar. San Pablo nos dice que la fe entra por el oído. Todo lo que hemos aprendido desde pequeños (rezar, leer, educación…), ha sido gracias a lo que hemos escuchado de nuestros mayores. Pero esta actitud de aprendizaje no termina en algún momento de nuestra edad adulta, sino que es necesario entonces avivarla aún más.
“Aparta mis ojos de las vanidades, dame vida con tu palabra”. También existe una «pequeña» diferencia entre ver y mirar. La vista es una función fisiológica, pero la mirada requiere una cierta fijación, además de calibrar lo que se ve. Si fuéramos conscientes de cómo la vista se pierde constantemente en «tonterías», descubriríamos las fuerzas malgastadas en nuestro interior.
Disiparse en lo superfluo, por otra parte, es también ocasión para que lo que es propiamente accidental nos parezca esencial, porque entonces el corazón cae prisionero de aquello que no le conviene en absoluto. Y aunque creemos “ingenuamente” que esa dispersión está motivada porque “nos da la gana”, en realidad nos estamos sometiendo a una esclavitud de cosas que nos dominan.
“Cuidado con los falsos profetas”. Cuando veo reclamos publicitarios del tipo: “Sé tú mismo”, “Piensa en libertad”… y, a continuación, aparece una prenda de vestir, una colonia o un automóvil, me pregunto por qué tendrán tanto éxito esas campañas de publicidad. Una de nuestras grandes debilidades es la vanidad, y el pensar que somos autónomos en todo. Y la sociedad del bienestar (tan pregonada por nuestros políticos), es una invitación sutil a vivir en la más absurda de las sumisiones.
Somos capaces de autoerigirnos en dueños de nuestro destino frente a una recomendación del Papa (acusándole de atropellar nuestras libertades) y, en cambio, comportarnos como “corderitos” comprensivos ante un anuncio que habla de la necesidad de usar preservativos. Pero el juego al que se nos somete es tan antiguo como la historia de la humanidad. No se trata de echar la culpa a “lo mal que va la sociedad”, sino lo “tontos” que somos, en ocasiones, por dejarnos engañar en cuestiones que perjudicarán a mi matrimonio, mi familia, mi sacerdocio, mi noviazgo, mis amigos, mi trabajo… Nunca podemos confundir la fuente con un poco de agua encharcada, aunque brille a la luz del sol.
“Por sus frutos los conoceréis”. La Virgen María, “fruto bendito de tu vientre” es el único capaz de colmar cualquier dicha nuestra. Sabemos que la cruz nos acompaña todos los días, y en el momento más inesperado. Pero en el árbol en el que fue crucificado su Hijo afloran los frutos más sabrosos. Con su ayuda subiremos a ese madero y “robaremos” uno para nuestro corazón.
“A veces nuestro comportamiento se asemeja al de un auténtico autista. Vamos a lo nuestro, y poco nos importa lo que otros puedan decir”
De corazón le pido que no compare una actitud de una persona egoísta y que va a lo suyo con la situación que sufre un “autista”, esto es, una PERSONA CON DISCAPACIDAD.
Si usted conociese a los niños con autismo o con otras discapacidades con esa misma sintomatología, aparte de otras mucho más graves, vería que además de ser los elegidos de Dios porque son personas que NUNCA le ofenderán, tienen muchas cualidades que hacen a todos los que les rodeamos mejores personas que muchos otros que proclaman que lo son.
Por favor no compare más el mal comportamiento con la situación que viven las personas con discapacidad porque demuestra un desconocimiento total y una falta de caridad asombrosa.
La última parte del comentario de hoy me emociona. Como me gustaría poder subir a ese Madero, con la ayude de mi Madre Amantisima, y coger aunque solo fuera una pequeñísima parte de esos Frutos .
Con los comentarios de cada día, creo aprender un montón, siento a Cristo más cercano.
Muchas gracias por el comentario. Es ciertamente inteligente, real y bien orientado. Sin embargo, un poco menos de agresividad en las formas, positivismo constructivo y comprensión hacia el individuo serían de agradecer. No digo maquillar las cosas (lo objetivo es lo objetivo) pero, por ejemplo, no creo que “seamos tontos por dejarnos engañar…”. La situación actual no es fácil y requiere mucho esfuerzo personal, oración, interiorización y sinceridad para caer constantemente en la cuenta de las falacias que nos quieren colar en el nombre de “la libertad”. Es necesario el esfuerzo constante acudiendo a nuestra comunidad, participando de los sacramentos y orando con el evangelio para no dejarnos invadir fácilmente por aquello que nos vacía el corazón. Hay un refrán castellano que dice “hacer comulgar con ruedas de molino” refiriéndose a cuando alguien quiere que tragues con una cosa que evidentemente no hay por dónde coger (de ahí la comparación entre la hostia y una rueda de molino). El problema está en que nos han ido enseñando a abrir la boca cada vez más, poquito a poquito y ahora ya sí que nos entra la rueda… Jesús hoy nos dice que estemos muy atentos a esos falsos profetas. “Se acercan con piel de oveja”. ¡Mucho ánimo!