Cuando me paraba a escribir esta pequeña reflexión a la luz de las lectura, me venía a la cabeza la figura del P. Pío de Pietralcilna, probablemente el santo más popular en la Italia posmoderna cuya biografía es un continuo desafío  a lo razonable y a la razón. Estigmas, bilocación, apariciones, curaciones… son algunos de los dones que el Señor le concedió. Y es que Dios nos habla en el idioma que necesitamos y concede a la Iglesia aquellos dones que más le convienen. Que el S. XX rechaza lo sobrenatural y sólo da validez a lo que podemos experimentar y medir, pues Dios le responde con una figura como la del P. Pío que rompe todos los esquemas del pensamiento moderno.

Esto me venia a la mente al escuchar el relato de la zarza ardiendo sin consumirse, seguramente la costumbre opaca lo extraordinario del evento, por un momento pueden ustedes ponerse en situación, hacer composición de lugar y ponerse como Moisés delante de aquel fenómeno… Seguramente que encontraremos comentaristas que dirán que es un mito, que lo que pretende del autor sagrado es llamar nuestra atención… ¿qué nos está pasando? Pues creo que una respuesta sencilla y muy adecuada es la del Evangelio: «has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla.

Ciertamente el conocimiento nos vuelve algo soberbios, y esto se hace especialmente patente en la vida de fe, muchas veces me doy cuenta que en mis predicaciones se me cuelan terminologías, expresiones técnicas que buscan más presentarme como erudito que ayudar a que los que escuchan sean iluminados por la Palabra de Dios que les habla individualmente al corazón… o cuantas veces personas excepcionales con una sensibilidad religiosa muy desarrollada encuentran en su excelencia académica un auténtico obstáculo para creer, el mismo San Agustín antes de su Conversión, soberbio a más no poder al leer las Escrituras se burlaba de ellas por su estilo poco refinado en comparación con El Hortensio de Cicerón. Cómo explicar sino que el patrono de los Curas, S. Juan María Viannei apenas supiera leer…

La soberbia intelectual, la omnipotencia del hombre moderno y posmoderno que cree tener el poder sobre todo son enemigas acérrimas de las experiencia de Dios, porque nos invitan a ocupar su lugar, pidámosle hoy al Señor que nos ayude a reconocerle, que nos ayude a ponerle en su lugar dentro de nuestra vida y que, al sabernos criaturas, abramos nuestros corazones al misterio insondable de su amor.