Cuando uno se sienta en el confesionario me encuentro con personas en ocasiones muy preocupadas por los pecados contra el sexto mandamiento, no se da demasiada importancia a la mentira, la murmuración y la crítica dependiendo del grado y, de momento, a nadie preocupado por los pecados ecológicos. Puede parecer que el diablo saca sus mejores armas para cada uno ya sea la sensualidad, el orgullo, la soberbia o el mal carácter. Sin embargo, casi no me encuentro con nadie que se confiese de provocar división…, y esa es el arma definitiva de Satanás.
No podemos engañarnos. Hoy la Iglesia está dividida. A pesar de la globalización, de informarnos de todo lo que pasa en segundos, la Iglesia se divide. No es que haya muchas pequeñas comunidades, que eso sería una bendición si estuvieran con un mismo corazón y con un mismo sentir, sino que la Iglesia del Amazonas quieres ser distinta de la Iglesia alemana, que quiere diferenciarse de la Iglesia de Benín. No es que seamos cada uno distintos, que lo somos, sino que queremos diferenciarnos y no solamente en las formas sino en lo esencial. Ya no queremos seguir a Cristo, queremos seguir nuestras ideas o ideologías.
“Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa”. El demonio debe estar celebrando su triunfo viendo como se divide la Iglesia, las Diócesis, las parroquias, las familias… Por eso “Vestíos de luto, haced duelo, sacerdotes, gritad, servidores del altar. Venid y pasad la noche en sacos, servidores de Dios, pues no hay en el templo de vuestro Dios ofrenda y libación. Proclamad un ayuno santo, convocad la asamblea, reunid a los jefes, a todos los habitantes del país en la casa de vuestro Dios y llamad a gritos al Señor”. Son tiempos recios y hay que tomarse en serio la unidad de la Iglesia.
La unidad no se hace buscando los mínimos, sino buscando al que es esencial. Dejar nuestra soberbia de creernos hombres fuertes y bien armados (pues llegará otro más fuerte y mejor armado), y dejar que solamente el Fuerte dirija la Iglesia. Ponernos a los pies de Cristo Eucaristía y reconociendo nuestra nada entregarle las riendas de la Iglesia. Que Él derrame el Espíritu Santo, con abundancia, sobre el santo Padre y los Obispos. Que nos de a los sacerdotes humildad y fidelidad y a todos los fieles valentía y corazón limpio. Redescubrir que la confesión de un mismo Credo nos une más que cualquier otra cosa, apreciar las diferencias siempre que caminemos detrás de Aquel que nos ha llamado por nuestro nombre. Para los hombres es imposible, pero Dios lo puede todo.
Hoy celebramos la fiesta de Santa María Soledad Torres Acosta. Mujer fuerte que no dudó en acercarse a los enfermos más graves para acercarlos a Cristo y llevarles su consuelo, labor que siguen haciendo hoy las Siervas de María, ministras de los enfermos. Cada tarde-noche salen de sus conventos a ponerse a los pies de los más enfermos, a llevarles el consuelo del Espíritu Santo y de una sonrisa. Cuando se vive la auténtica caridad, que es llevar el amor de Dios a los otros, se restaura la unidad. Y como la caridad de Cristo sigue muy activa en tantos corazones podremos escuchar antes del Evangelio: “Ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera – dice el Señor -. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacía mí.” Y la Iglesia tal vez sea pequeña pero unida a su cabeza.
Pidamos a la Virgen María que vuelva a unir a la Iglesia de su Hijo, todos tan distintos, todos tan de Dios.
El comentario de esta noche es desgarrador. No soy nada, pero la Paz que se sienten en compañía del Santísimo,da ánimos para creer que Jesús no nos abandonará jamás a pesar de que desfallecemos con frecuencia
Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos, la Iglesia siempre pasó terribles temporales, pero el Señor jamás la abandonó ni la abandonará….posiblemente hoy como ayer dirá hasta cuando tendré que soportaros…pero hoy como ayer no dudará en aceptar la cruz cómo prueba de su AMOR, personalmente me quedo con la actitud del buen ladron….Señor acuérdate de nosotros.
El demonio existe, pero por La resurrección de Jesús y su acción libertadora, Jesús aleja de nosotros el miedo de Satanás, crea libertad en nuestro corazón, nos da firmeza en la acción y pone esperanza en el horizonte! ¡Debemos caminar con Jesús, por su camino, con el sabor de la victoria sobre el poder del mal y rezar por la unidad de la Iglesia¡.
Todos los comentarios del comentarista 1 me hacen un gran bien e inclusu forma, en algunas ocasiones, con cierto humor. Hoy me quedo con este trozo que lo estoy viviendo en mi comunidad parroquial, «Redescubrir que la confesión de un mismo Credo nos une más que cualquier otra cosa, apreciar las diferencias siempre que caminemos detrás de Aquel que nos ha llamado por nuestro nombre. Para los hombres es imposible, pero Dios lo puede todo.»
Dios nos ama.
Sólo en el reconocimiento de nuestro pecado más profundo podemos vernos como somos. Tan poca cosa. El otro día en el texto de Marta y María Jesús lo decía bien claro. Dejemos de hacer. Escuchemos. Y dejémonos hacer. Gracias por el comentario.
La historia del pueblo de Israel ha estado siempre marcada por la infidelidad del pueblo hacia Dios volviéndose hacia la idolatría (que no deja de ser dejar de escuchar a Dios, la verdad en nuestro corazón para prestar más atención a nuestros propios intereses a veces muy sutilmente disfrazados de buenos). Sin embargo, Dios nunca abandonó al pueblo ni lo abandonará porque Él es el manantial del Amor y a pesar de nuestra torpeza… nos ama. No se trata de no tener en cuenta las situaciones que ocurren sino de tener claro que, a pesar de todo, nuestra confianza está puesta en quien nos ama con locura hagamos lo que hagamos y seamos como seamos. Oremos, porque en la oración encontraremos su amor a pesar de nuestro pecado y eso nos volverá hombres nuevos. Dios no nos deja de amar. Pero si nosotros nos cerramos a su amor, somos nosotros mismos los que nos perdemos. Oremos por la unidad de la Iglesia pero oremos con la confianza del que sabe que Dios siempre tiene la última palabra.
Hay comentaristas que te llegan y remueven la conciencia, deseando pedirle a Jesus su ayuda para amarle más cada día con toda tu alma y toda tu mente.
Cada noche me sirven de meditación y creo que me han ayudado a profundizar y comprender un poco mejor los Evangelios, y por lo tanto sentir el profundo Amor de Cristo por nosotros