Continuamos la lectura de la carta a los Romanos de san Pablo, que dice claramente: «yo no me avergüenzo del Evangelio». ¡Wow! ¿Cuántas veces me habré yo avergonzado de ser cristiano? A lo mejor no explícitamente, pero cuántas veces hemos callado cuando otros criticaban a la Iglesia, a los hermanos en la fe o a la doctrina.

Esto es falta de fe en nuestro caso. Y hoy Pablo nos regala una lectura con la que podemos hacer especie de examen de conciencia con algunas frases:

– «El Evangelio es fuerza de salvación de Dios para todo el que cree». ¿Me lo termino de creer?, ¿busco la salvación en las pequeñas cosas?, ¿estoy atento a lo que me quiere decir la Palabra de Dios cada día?, ¿la leo con ansias de salvación?

– «En el Evangelio se revela la justicia salvadora de Dios». ¿Dónde busco la justicia?, ¿donde mis instintos y mi ego me dicen o en la Ley de Dios?, ¿comprendo el equilibrio que Dios establece entre justicia y misericordia en el trato con los demás («¡La misericordia se ríe del juicio!» y san Pablo nos dice aquí: «Desde el cielo Dios revela su reprobación de toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia»)?

– «[Los que han abandonado a Dios] realmente no tienen disculpa, porque, conociendo a Dios, no le han dado la gloria y las gracias que Dios se merecía». Y nosotros, que hemos conocido a Jesús, ¿damos gloria a Dios o no?, ¿le doy gracias cada día por todas las maravillas que obra, las que entiendo y las que no entiendo?

Con estas tres pequeñas cuestiones, verdaderamente, podría uno hacer unos ejercicios espirituales, pero, aunque no aspiramos a eso en la oración de hoy, sí podemos hacer algún pequeño propósito que nos haga crecer en el amor al Evangelio. ¡A por ello!

PD- ¡Feliz día de la santa y felicidades a todas las Teresa!